Evangelio según San Juan 19,25-27
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo".Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Querido amigo/a:
En su discurso a la Congregación General de Cardenales antes del cónclave de 2013, el entonces cardenal Jorge Bergoglio dijo: «Cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar, se vuelve autorreferencial y entonces se enferma […] Simplificando, hay dos imágenes de la Iglesia: o la Iglesia evangelizadora que sale de sí misma, […] o la Iglesia mundana que vive en sí misma, de sí misma, para sí misma.
Desde los comienzos, muchos evangelizadores así lo han sentido y llevado a cabo, como el caso de Pablo que hoy presenta Lucas en los Hechos de los Apóstoles: el discurso en el Areópago de Atenas.
Precisamente porque la Iglesia no vive para encerrarse en sí misma, Pablo viaja al corazón de la cultura y filosofía europeas para hablar de Cristo sin complejos. Con firmeza pero sin soberbia, escucha con respeto a los filósofos, comparte con los epicúreos el rechazo de los ídolos, aprueba la creencia de los estoicos en el parentesco entre Dios y la humanidad: «en él vivimos, nos movemos y existimos» dice citando a Arato, un poeta griego del siglo III a. C.; hace suyas las convicciones de tolerancia del mundo cultural griego hacia las religiones extranjeras. Pablo, respetuoso en la escucha, es valiente en el anuncio: “…paseándome por ahí y fijándome en vuestros monumentos sagrados me encontré un altar con esta inscripción: Al Dios desconocido. Pues eso que veneráis sin conocerlo, os lo anuncio yo”.
En muchos areópagos o espacios culturales públicos de nuestros países quiere silenciarse todo lo relativo al mundo de la creencia y práctica religiosa, como si esto perteneciera únicamente al ámbito privado. No lo permitamos, porque no es cierto. La fe tiene su dimensión pública que tiene derecho a ser expresada, no ocultada; escuchada, no silenciada. La fe es un asunto personal y también público porque propone una serie de valores y denuncia una serie de injusticias, y lo que tiene que decir no debe ser marginado. En muchos lugares no es políticamente correcto que un famoso deportista, cantante, político o actor de cine hable de sus creencias religiosa, de su fe o de su falta de ella. Seamos entonces políticamente incorrectos y expresemos sin miedo, en actitud dialogante, nuestra fe en los areópagos de nuestra vida social: trabajo, amigos, tiempo libre… por que “el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena” nos dice hoy Jesús.
Vivamos una fe sin complejos.
Nuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf.
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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