viernes, 16 de junio de 2017

Evangelio según San Mateo 5,27-32. 
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. También se dijo: El que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de divorcio. Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio. 


RESONAR DE LA PALABRA

Luis Manuel Suarez, cmf
Queridos amigos:
¿Quién aceptaría que alguien le dijera: “te amo… por 10 días”. O “te quiero… hasta que me canse”. El amor auténtico implica duración en el tiempo. Y a eso se le llama fidelidad, constancia, permanecer, caminar…
Así es el amor de Dios a su pueblo: un amor incondicional, para siempre. Que busca el bien del amado en toda circunstancia. Que tiende puentes cuando el pueblo se aleja. Que da la vida… hasta las últimas consecuencias.
Y ese es el amor que Dios propone al ser humano: un amor fiel, constructivo, en crecimiento. Amor de Dios y a Dios, amor a los padres y a los hijos, amor de amistad, amor al necesitado… y amor de pareja. De ello nos habla hoy el Evangelio. Ese amor entre el hombre y la mujer que es capaz de complementarse en el diferente y de engendrar nueva vida. El amor que está en la base de la familia y de la sociedad. Un amor también llamado a ser fiel, constructivo, en crecimiento… porque ninguno aceptaríamos que alguien nos dijera: “te amo… por 10 días”.
A la vez, la primera lectura nos recuerda que somos barro, fragilidad. Por ello haremos bien en prepararnos bien para amar, reconocer nuestras debilidades y buscar cómo reparar lo que se rompe. Con la ayuda de Dios y de los demás. Nos jugamos mucho en el amor.
Te invito a preguntarte: en tus circunstancias, ¿cómo puedes amar mejor? ¿cómo puedes crecer en el amor?

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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