lunes, 4 de abril de 2016

Don de Lágrimas - Parte XXVI

QUIEN TRABAJA HACE BIEN,
QUIEN REZA HACE MUCHO,
QUIEN SUFRE HACE TODO

(Don de lágrimas - parte XXVI)


Después de muchos años encerrado en un régimen de prisión solitaria, el cardenal Van Tuán fue puesto en libertad. Un admirador se aproximó a él, y con pena exclamó: “Cuántos años perdidos!”. El cardenal le respondió: “Quien trabaja por la Iglesia hace bastante, quien reza por la Iglesia hace mucho, pero quien sufre por la Iglesia hace todo”. Van Thuán sabía que no había sido tiempo perdido. El había aprovechado cada lágrima y cada dolor.
Quiero decirte a ti que has luchado, sufrido y llorado por tu familia y por personas que amas: quien trabaja por su familia hace bien, quien reza por su familia hace mucho, pero quien llora por la propia familia hace todo. Ya lo decía el Beato Henrique que el sufrimiento es el ejercicio que más salud da al alma y al cuerpo, porque es más difícil sufrir con paciencia y en silencio que hacer milagros, aunque se trate de resucitar muertos.

Dios no ignora nuestro sacrificio cuando sufrimos con paciencia, y va a recompensar nuestra lucha atendiendo la oración. Una señora siempre se aproximaba del obispo al final de la misa y le pedía con insistencia y muchas lágrimas que converse con su hijo que andaba perdido por la vida. El obispo le aconsejaba, la calmaba y la mandaba de vuelta a la casa, pero ella siempre volvía. Un día, cansado de verla llorar, el obispo le dijo con energía: “Vé, mujer! Vé en paz! Es imposible que se pierda el hijo de una madre que llora tanto. Dios ha de salvarlo!” Y le salvó, pues esa mujer es Santa Mónica, madre de San Agustín. El no sólo se convirtió, sino que se volvió uno de los hombres más santos de la iglesia. Si lloramos por los otros, el don de lagrimas se convierte en un carisma poderoso de intercesión cuyos límites de su fuerza solo Dios conoce.

Fue muy lindo lo que oí de una amiga. Ella me contó que un padre estaba orando por ella y comenzó a llorar. Preocupada, le preguntó: “Padre, ¿por qué está llorando? ¿Esta todo bien?” El respondió: “Es que mientras rezaba por ti pude sentir tu dolor. Ese dolor se transformó en lágrimas y esas lágrimas se convertirán en oración” Sin duda alguna tenemos aquí un secreto de liberación y salvación para las personas por quienes rezamos. ¿Qué hacer por aquellos que están atribulados? ¿Cómo ayudar a los que padecen lejanos de Dios? Y en cuanto a los que hacen el mal por donde pasan… ¿cómo tratarlos? “Debes orar por ellos en vez de juzgarlos. Lava sus manchas con tus lágrimas” (Santa Catalina de Siena)
Es así que se vence el demonio.

Marcio Mendes.
Libro "O dom das lágrimas" - Ed Canção Nova.
adaptación del original en português

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