“No tengan miedo”, dice tres veces Jesús a sus discípulos. Aun cuando, como él, sean perseguidos, y aparentemente fallen en su misión, están en las manos de Dios. Dios se preocupa y cuida de los suyos. No se puede construir el reino de Dios sin cruces y sin sacrificios, y sin ser rechazados por un mundo que quiere crear su propio futuro prescindiendo de Dios.
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