Hay una cima a la que no se llega superando a los demás, sino a uno mismo. No es fácil hacer cumbre en uno mismo…Por momentos se hace espinoso el camino, perturbador de a ratos y fatigoso en muchas ocasiones. Pero a pesar del cansancio es un sendero que es imprescindible recorrer para lograr la madurez…
Desde siempre los hombres han deseado conocerse a sí mismos sin disfraces y sin máscaras. Pero claro, se requiere de mucha de valentía y voluntad para hacer cumbre ya que no todo lo que hallemos en esta travesía a nuestro "mundo interno" será bello y luminoso. Habrá tanto que remover y tanto que pulir! Y es tan posible que demos dos pasos y retrocedamos tres… porque hasta el mismísimo Jesús descendió a los infiernos!.Pero cuando aquietamos los sonidos internos y logramos escuchar lo que el alma tiene para decirnos reconocemos la invitación a no claudicar. Es como un llamado o una exhortación. Y como intuimos que ese el “camino” hacia la libertad, redoblamos el empeño...
Los montañistas dicen que instantes antes de hacer cumbre, el corazón se les inflama, el alma se dilata y las palmas de las manos se abren como entregando tanto esfuerzo…
El camino es “hacia arriba" ( o hacia adentro, según lo veamos). Hacia la cima. Es una llamada a conocernos de veras, a aceptarnos tal cual somos y a contemplarnos con autenticidad: “Este soy…me conozco y me acepto.”
Y al fin abrir las palmas para entregarle a Él nuestro esfuerzo. Allá en la cima...
Alejandra Vallina
No hay comentarios:
Publicar un comentario