“El poderoso hizo por mí maravillas”. Muchas veces, María cantó esa verdad. ¿Te imaginas con cuánta gratitud cantó eso? ¡Ese Dios, que es santo y poderoso, hizo maravillas por mí! Todo lo que valgo es porque el Señor hizo maravillas por mí.
La orden carmelitana esparció por el mundo, de manera maravillosa, una regla de oración estricta, por la cual las carmelitas no podían tener contacto con el mundo. ¿Para qué? Para que esas mujeres pudieran estar recogidas totalmente para Dios. Ellas interceden por el mundo. Sus oraciones se esparcen por toda la humanidad. El Señor habita en el Monte Carmelo y en cada Carmelo; y las hermanas saben muy bien eso, por eso tienen un gran respeto por la orden. Ellas saben que Dios habita en el Carmelo.
Hoy es día de Nuestra Señora del Carmen, y la liturgia reconoce que Dios habitó en María. Allá en Nazaret, en una gruta que hasta hoy existe, vivía María. Allá llegó un ángel y tuvo ese diálogo con ella: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra”. El Verbo se hizo carne y habitó en el seno de María. Ese niño era simplemente una célula habitada por el Espíritu Santo; fue María la que lo engendró, fue con su sangre, su carne, por eso la liturgia escogió este pasaje.
Foto: Wesley Almeida/cancaonova.com
Pasados nueve meses, nació el Salvador, y lo restante ya conocemos. ¡Es una gran bendición para nosotros! Tenemos el Evangelio que nos dice que Jesús estaba hablando y Su Madre se quedó afuera, porque no hubo oportunidad de estar cerca. Entonces dijeron: “Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte”. Jesús respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”. A primera vista parece que estaba despreciando a su Madre. Hermanos nuestros también piensan así y dicen que María no era nada, porque Jesús dijo eso. Pero, en la continuación del texto, Él dice: “Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Entonces María era más que Madre, porque nadie hizo la voluntad de Dios como ella.
Toda judía esperaba ser madre, o madre del Mesías. Si no lograban ser madre del mesías, deseaban ser abuelas o que el mesías estuviera en su linaje. Toda mujer quería eso, y María, en aquel momento, debería haber saltado de alegría diciendo: “¡Soy yo! ¡Soy yo la elegida!” Pero no, ella dijo: “He aquí la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra”. ¡Ahí está la belleza mis hermanos! Ella es un ejemplo para nosotros.
Lo primero en nuestras vidas es hacer la voluntad de Dios. Repite conmigo: “Lo primero en mi vida es hacer, en todo, la voluntad de Dios; hacer siempre la voluntad de Dios. Eso es lo más importante”.
Hacer la voluntad de Dios
Lo primero que necesito hacer, para estar en la voluntad de Dios es vivir en estado de gracia. El PHN busca justamente eso. ¿Por qué PHN? “Por hoy no voy a pecar”. Para no pecar hoy, mañana ni después, necesitamos estar, constantemente, en estado de gracia. Ya lo dijeron: si no estás en estado de gracia, ve a buscar la confesión.
Don Bosco estaba en el piso superior de su congregación y escuchaba a sus hijos caminar y decía: “Hijos míos, no quiero que nadie salga de este retiro en pecado. Si tienes algún pecado en tu vida, confiésate”. Don Bosco hizo eso con los sacerdotes de su congregación, porque quería que los sacerdotes vivieran el PHN y estuvieran en estado de gracia.
PHN: rumbo a la santidad
La voluntad de Dios es nuestra santificación. El novio y la novia deben santificarse mutuamente, uno al otro. Cuando el otro vive en estado de gracia, santifica al otro. Tú que eres novio, novia, marido y mujer santifica a la otra persona, esa es la voluntad de Dios.
“Que cada uno sepa usar de su cuerpo con santidad y respeto, sin dejarse llevar de la pasión desenfrenada, como hacen los paganos que no conocen a Dios” (1 Tes 4, 3-5) ¡Qué belleza! Vivamos esa verdad mis queridos jóvenes.
Busca a un sacerdote y lava tu alma confesándote. Vive la santificación saliendo de una vida de libertinaje sexual. No vengas con “disculpas”, diciendo que no están haciendo “nada de malo” con tu novia(o), que se aman. La verdad que eso no es amor.
Podría hacer una prédica entera sobre qué es amor y qué no lo es, para probar que sexo no es amor. Más allá que muchas parejas digan: “¿Amor, vamos a hacer el amor?”, eso no es amor, sino salir de los caminos de la gracia y entrar en el carril de la perdición. ¡Sal del camino de la perdición y retoma el camino de la gracia!, te lo digo con toda la fuerza que tengo con mis ochenta años.
Jóvenes testimonios de la castidad
Estos días, pasé delante de la televisión y hablaban de sexo antes del casamiento, por causa de una escena de sexo explícito en una novela. La parte que vi, era la de dos jóvenes que testimoniaban la castidad… Fueron tan persuasivos, que el público los miraba con admiración y no con extrañeza. A su lado, había otra persona que escuchó ese bello testimonio y dijo que en su infancia era evangélico pero en su Iglesia no se hablaba de sexo y no aprendió nada sobre castidad. Elogiaba a aquellos jóvenes que estaban testimoniando la belleza de la castidad.
Hubo un momento en que me emocioné y mi corazón de papá latió fuerte, porque uno de los invitados del programa dijo: “El Padre Edimilson Lopes nos enseña”. Los dos jóvenes eran del grupo “Jóvenes Sanados”, por eso vivían la castidad. Mi corazón de papá vibró, porque eso era necesario. Pero la televisión siempre coloca los dos lados de la moneda.
Después habló la madre de una joven que dijo: “Yo estoy en contra, no estoy de acuerdo con que los jóvenes tengan relaciones sexuales solamente en el matrimonio, porque puede ser que no se lleven bien”. Ella fue dando un discurso sobre esa mentira.
Sentí dolor por la hija de esa mujer, porque la doctrina de su madre la colocaba en el camino errado. La madre estaba poniendo a su hija en los brazos de su novio diciéndole: “Mi hija puede experimentar, para que prueben si funciona la relación”.
Mis hijos, todos ustedes necesitan ser “Jóvenes Sanados”, porque la falta de castidad hace estragos en la vida de la persona, la saca del camino de la santidad y la coloca en el camino de la perdición.
Escribí el libro “Generación PHN” por la importancia del: “Por hoy no, por hoy no voy a pecar”. Por más difícil que sea, me agarro de las paredes y vivo: por hoy no.
Una joven testimoniaba que, todas las veces que estaba con su novio y detenían el auto frente a su casa, se daban las caricias y se encendían. Entonces, las veces que el novio estacionaba el auto frente a su casa, ella abría la puerta y se bajaba para vivir su PHN. La naturaleza es naturaleza, nuestras hormonas funcionan; entonces, las veces que percibía que el fuego comenzaba a encenderse, se iba para ser fiel al PHN.
La castidad no es todo en la vida de una persona, pero es necesaria para vivir en santidad. Si tu novio no vive la castidad en el noviazgo, no la vivirá en el casamiento, porque el hombre es más fogoso. ¡No caigas en la trampa de tu novio! Si te pide una prueba de amor, dile ¡No! El Padre Jonas te está diciendo que termines esa relación.
Mis queridos, estamos apresurando el regreso de Nuestro Señor Jesucristo. Nuestra vida de santidad va a apresurar el regreso del Señor. Por lo tanto, lucha por la santidad y por la pureza. Vivan el PHN como lema de vida.
* PHN = Por Hoy No voy a pecar
Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
Homilía en la Misa del Sábado en el Campamento PHN 2016
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
Homilía en la Misa del Sábado en el Campamento PHN 2016
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