viernes, 8 de julio de 2016

Meditación: Mateo 10, 16-23

“No se preocupen ustedes por lo que han de decir.” (Mateo 10, 19)
El Señor advirtió a sus discípulos que ellos irían al mundo como ovejas entre lobos, pero les dijo que no se preocuparan porque Dios les daría las palabras para defenderse. Hoy nos diría algo diferente, pero sea como sea, el hecho de encontrarnos con la crítica, el rechazo o la hostilidad al tratar de compartir la fe es sin duda motivo de preocupación.
Cuando nos sentimos incapaces de superar una dificultad a veces somos presa de la inseguridad y el temor. Nos cohíbe la idea de cometer errores o de no estar preparados para vencer los obstáculos. Pero el Señor quiere que dejemos de lado esta clase de preocupaciones. ¿Por qué? ¡Porque no se trata de nosotros mismos! El avance del Evangelio no depende de nuestra personalidad, ni de nuestro intelecto, ni de la habilidad que tengamos para hablar elocuentemente. No se trata sólo de sacar fuerzas de flaqueza y lanzarse a derribar los obstáculos; se trata más bien de confiar en el amor y la presencia de Dios y esperar que su Espíritu nos ayude a suplir aquello que nos haga falta.
¿No se siente usted listo para evangelizar? ¡Claro que lo está! Recuerde que es el Espíritu el que habla por usted y luego toca el corazón de sus oyentes. Tanto quiere el Señor compartir las buenas noticias del Evangelio que él derribará cualquier obstáculo para que el mensaje llegue a la persona precisa en el momento oportuno. Todo lo que nos pide es que hagamos lo posible por reconocer y aprovechar las oportunidades que tengamos de compartir el Evangelio.
Pase lo que pase, nunca se trata de “nosotros” y “ellos”, sino se trata de tener el amor de Dios en el corazón y la confianza de que su Espíritu puede actuar a través suyo. En efecto, teniendo el corazón de un auténtico evangelizador, usted puede llevar a otros el regalo asombroso del Evangelio que hemos recibido. Así que, ánimo, decídase a hablar estando plenamente seguro de que el Espíritu Santo pondrá palabras en su boca y quitará todos los obstáculos.
“Amado Señor Jesús, sé que tú quieres que todos recibamos el regalo sublime de la redención. Ayúdame a dejar de lado toda preocupación para que tu vida se proyecte de mí hacia las otras personas que tú pongas en mi camino.”
Oseas 14, 2-10
Salmo 51(50), 3-4. 8-9. 12-14. 17
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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