martes, 12 de julio de 2016

RESONAR DE LA PALABRA 120716

Evangelio según San Mateo 11,20-24. 
Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros, porque no se habían convertido. "¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza. Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. Porque si los milagros realizados en ti se hubieran hecho en Sodoma, esa ciudad aún existiría. Yo les aseguro que, en el día del Juicio, la tierra de Sodoma será tratada menos rigurosamente que tú". 

RESONAR DE LA PALABRA
José Luis Latorre, cmf
Queridos amigos

Mateo le recuerda a su comunidad esta actitud del Maestro: “Jesús reprende a los pueblos donde más milagros había hecho, porque no se han convertido”.

Ser cristiano es una gracia de Dios muy grande, es una elección, es un honor muy grande llevar el nombre de cristiano; hasta podemos pensar que ser cristiano es como una condecoración que nos han dado por méritos obtenidos, e incluso creer que somos más que los que no lo son, que Dios nos mira con más benignidad y que ya tenemos el cielo asegurado. También los pueblos de Corazín, Betsaida, Cafarnaúm estaban orgullosos de los milagros obrados por Jesús, y sin embargo el Señor los reprendió porque no se habían convertido, es decir no habían dado fruto.

.Ser cristiano es una gracia, un don, pero tiene que fructificar. Jesús dice: “lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”. Ser cristiano es una responsabilidad y un compromiso que dura toda la vida. Y toda la vida debemos dar los frutos que Dios espera de cada uno de nosotros. Y al final de nuestra vida nos preguntarán si hemos sido responsables obrando conforme a los dones y gracias recibidos. Al final ni privilegios, ni honores, ni condecoraciones, sino obras. Y ¡cuidado!, no compararse con nadie, puesto que Dios reparte sus dones como quiere y a quien quiere.

Vivir así nos pide una conversión permanente, una actitud de escucha y respuesta en cada situación y circunstancia de nuestra vida, un estar atentos a los signos de los tiempos. Nunca podemos decir ¡ya es suficiente!, ¡ya hago bastante!, ¡ya soy bueno! Jesús invitaba a la gente diciendo “sígueme”, “ven conmigo” es decir, camina tras mis pasos. Recorrer un camino lleva consigo incertidumbre, riesgo, sorpresas, tropiezos, caídas, nubarrones, tormentas, cansancio… Caminar es renunciar a la comodidad, la rutina, el egoísmo, el cansancio…; y siempre con los ojos puestos en la meta.

Fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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