Mateo 1, 16
Desde esta expresión se afirma que el padre biológico de Jesús no es José, y es una prueba indirecta de la virginidad de María, prueba que se confirma cuando suben José y María al templo, cuando Jesús tiene 12 años, porque según la ley de Moisés, los niños que tienen padre y madre, suben a los 13. Esta diferencia vuelve a ser argumento para señalar que José no es el padre de Jesús, pero sí el esposo de María su Madre.
No obstante, más allá de la ley natural y biológica, la paternidad de José sobre Jesús se evidencia en la descripción del Evangelio, sobre todo cuando dice: “Estando María, su madre, desposada con José y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.”
Desde esta identidad de San José, podemos acudir a su intercesión y confiar en él. Quienes lo hacen nos confirman su poderosa protección. Son muchas las personas y las asociaciones que llevan su nombre como mejor patrono. La Iglesia lo tiene también por patrono.
San José es el hombre justo, varón prudente, servidor fiel, discreto, capaz de quedar en el anonimato y llevar sobre sí la responsabilidad sagrada de cuidar a las personas más especiales de la historia.
Hoy podemos felicitar a muchos amigos, y encomendar a quien tuvo que huir de su tierra y ser exiliado, a tantos deportados, migrantes, desplazados. Que San José interceda por todos, especialmente por quienes como él sufren la persecución, la amenaza de violencia, la pérdida del hogar…
Siempre que medito en San José descubro el valor del saber callar, esperar, confiar en la providencia divina, que en la hora límite viene en ayuda, para que descubramos que es Dios y no nuestro afán, el que dirige nuestra historia de salvación.
(Comentario de Ángel Moreno, tomado de www.buenanueva.es.)
“Amado San José, casto esposo de la Virgen María, intercede por mí y mi familia para obtener la gracia de la pureza. Glorioso Protector de atribulados y de moribundos, ruega por nosotros.”
2 Samuel 7, 4-5. 12-14. 16
Salmo 89 (88), 2-5. 27. 29
Romanos 4, 13. 16-18. 22
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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