El drama de muchos jóvenes es su fragilidad afectiva. Sus corazones tienen una gran capacidad para amar. Son intuitivos, ven claramente los peligros y las hipocresías de nuestro mundo y de tantos movimientos políticos y organizaciones sociales. Quieren hacer de sus vidas algo que merezca la pena. Quieren comprometerse, pero ¿dónde? Se sienten vulnerables y frágiles ante las fuerzas que dirigen la sociedad y el mundo. Necesitan testigos que les estimulen y les ayuden a fortalecerse y comprometerse de forma permanente.
Jean Vanier, Hombre y mujer los creo, P 154
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