lunes, 30 de abril de 2018

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 14,21-26.

Evangelio según San Juan 14,21-26. 
Jesús dijo a sus discípulos: 
«El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él". 
Judas -no el Iscariote- le dijo: "Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?". 
Jesús le respondió: "El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. 
El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. 
Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. 
Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.» 


RESONAR DE LA PALABRA 

“No a nosotros, Señor, sino a tu nombre da la gloria”

La misión de la comunidad de discípulos es el anuncio Pascual, la gran noticia de un acontecimiento que desborda la realidad histórica de la humanidad, que acaba con la limitación y esclavitud de la muerte – “dónde está muerte tu victoria” – La muerte ha quedado reducida a una mascada carnavalesca, eso sí capaz de amenazar, atemorizar y hacer sufrir a este ser humano que en su contingencia no le queda más remedio que pasar por la cruz del viernes santo para alcanzar la mañana de luz plena en el resucitado.

De esta certeza, son testigos aquellos discípulos; y su testimonio se vuelve para los auditorios tan desconcertante como una locura, y con aquello que rompe nuestro orden rutinario como con lo absurdo “hay que acabar”. La resurrección de Jesús, se torna blasfemia en un mundo que prefiere la noticia de un “dios” poco relevante, que adormece el dolor de la cultura de muerte de la humanidad.

¿Qué prueba nos dais de esta locura que anunciáis? ¿Qué pruebas nos dais para que creamos? El primer argumento de credibilidad es siempre la vida misma del testigo, pero no sólo en la entrega martirial –y aquellos apóstoles lo fueron- sino también y en muchas más ocasiones en la vida misma del testigo, en su día a día, en sus obras: “A quienes crean les acompañarán estos signos…” (Mc15,18). De hecho todo el evangelio resulta un aval de la persona y misión de Jesús, con sus obras. “Id a decirle a Juan, los ciegos ven, los cojos…”(Lc 7,22)

Que alguien en este mundo de muerte sea expresión real de sanación, de vida, de alegría contra toda esperanza… es tan relevante que no es de extrañar que aquellos habitantes de Licaonia confundieran a Pablo y Bernabé con dioses bajados a la tierra.

Hoy, en este planeta lleno igualmente de imágenes de dolor y cruces insufribles, nosotros que comulgamos y confesamos la fe en el Señor Resucitado y nos decimos sus testigos, ¿Qué signos acompañan nuestra vida (tuya y mía) para hacer creíble la mañana de Luz a quien vive en un viernes cualquiera de muerte? ¿A quiénes ponemos en pie y sacamos de su postración?


Que tengáis buen día: 
Pepe Lillo cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

No hay comentarios:

Publicar un comentario