jueves, 19 de abril de 2018

Meditación: Juan 6, 44-51

El que cree en mí, tiene vida eterna.
Juan 6, 47

Jesús dijo que él era el “pan vivo que ha bajado del cielo” y que todo el que come su cuerpo y bebe su sangre tiene vida eterna (Juan 6, 54). En la Eucaristía, Jesús se nos da como alimento vivo, pan y vino, y nos invita a alimentarnos de su Cuerpo y de su Sangre para que recibamos la vida de la resurrección. Los Padres del Concilio Vaticano II enseñaron que: “Una prenda de esta esperanza y una ayuda para este viaje la dejó el Señor a los suyos en el sacramento de la fe, en el que los elementos de la naturaleza, cultivados por el hombre, se transforman en su Cuerpo y Sangre gloriosos, en la cena de comunión fraternal y pregustación del convite celestial” (Gaudium et Spes, 38).

La Eucaristía nos llena de fuerza, entusiasmo y alegría en nuestro caminar con Cristo cuando la recibimos con apertura, fe y obediencia a la Palabra de Dios. En efecto, si aceptamos los designios de Dios y confiamos en él, podemos comer el Cuerpo y beber la Sangre de Cristo con fe y ser llenos de su vida gloriosa.

San Ambrosio (c. 339-397) escribió: “Es indudablemente maravilloso que Dios haya hecho llover el maná para nuestros padres y les haya dado alimento del cielo día a día.... Sin embargo, todos los que comieron de ese alimento murieron en el desierto. En cambio, el pan que ustedes comen es el pan vivo bajado del cielo, que da la vida eterna; cómanlo y no morirán para siempre, porque es el Cuerpo de Cristo.”

Y añade: “¿Cuál es más excelente...? El maná venía del cielo; este Pan viene de más allá del cielo, del Señor del cielo. El maná se descomponía si lo guardaban para el día siguiente; este Pan es incorruptible, y los que lo comen con devoción no verán la corrupción. Los hebreos bebieron agua de la roca; ustedes beben la Sangre de Cristo. El agua les saciaba la sed por un tiempo; la Sangre los limpia para siempre” (Los Misterios, 47-49). ¿No es maravilloso que el Señor nos dé ahora a los fieles de hoy, no el pan corruptible del maná que comieron los antiguos hebreos, sino el Pan vivo bajado del cielo que es él mismo en su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad?
“Señor mío, Jesucristo, que nos diste tu Cuerpo y tu Sangre como regalo de tu amor, para que en ellos encontráramos la vida y la nutrición del alma, te amo y acepto tu presencia eucarística y tu Palabra con fe y confianza para participar así de tu vida celestial.”
Hechos 8, 26-40
Salmo 66(65), 8-9. 16-17. 20

fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
foto: Cancao Nova

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