La devoción al Sagrado Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la Iglesia, cuando se meditaba en el costado y el corazón abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua.
De ese corazón nació la Iglesia y por ese corazón se abrieron las puertas del Cielo. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús está por encima de otras devociones porque lo que en ella se venera es el propio Corazón de Dios.
El mismo Jesús fue quien, en el siglo XVII, en Francia, pidió que se estableciera definitiva y específicamente la devoción a su Sacratísimo Corazón. Margarita María de Alacoque era una niña que desde pequeña rezaba mucho y quería mucho a la Santísima Virgen. Margarita sentía claramente que Jesús la llamaba a la vida religiosa.
El 16 de junio de 1675, cuando Margarita estaba adorando el Santísimo Sacramento en el Convento de Paray-le-Monial, el Señor se dejó ver y le pidió que comulgara siempre que se lo permitiera la obediencia, especialmente los primeros viernes de mes.
Margarita vio que el Corazón de Jesús estaba rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y, del interior de su corazón, salía una cruz. El Señor le dijo: “Mira este Corazón que tanto ha amado a los hombres y en cambio, no recibe de la mayoría más que ingratitudes, por sus faltas de respeto, sacrilegios y pecados. Pero lo que más me duele, es que obran así hasta los corazones que de manera especial se han consagrado a mí. Por esto te pido, que el primer viernes después de la octava de Corpus Christi se celebre una fiesta particular para honrar a mi corazón, comulgando en dicho día y reparando las ofensas que he recibido en el Sacramento del Altar. Te prometo que mi corazón derramará abundantes bendiciones sobre los que hagan esto.”
Con estas palabras, el Señor mismo nos dice en qué consiste la devoción a su Sagrado Corazón: la adoración, la alabanza y el amor dirigidos a la Persona de Nuestro Señor Jesucristo y a su amor no correspondido, representado por su Corazón. Los actos esenciales de esta devoción son dos: amor y reparación. Amor, por lo mucho que él nos ama; reparación y desagravio, por las injurias que se hacen en el mundo contra la Sagrada Eucaristía.
“Amado Sagrado Corazón de Jesús, te pido que hagas de nosotros almas generosas que se entreguen por entero a tu plan de salvación de toda la humanidad. Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío.”
Oseas 11, 1. 3-4. 8-9
(Salmo) Isaías 12, 2-6
Efesios 3, 8-12. 14-19
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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