lunes, 18 de junio de 2018

Meditación: Mateo 5, 38-42

Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio,
camina con él dos mil.
Mateo 5, 41

¿De dónde salió la expresión “caminar la milla extra”? Sin duda de las palabras de Jesús que leemos en el Evangelio de hoy. Pero, ¿de dónde sacó él la idea? Seguramente de las conversaciones con sus vecinos.


En los tiempos de Jesús, la ley romana autorizaba a los soldados a “reclutar” forzosamente a un judío para llevarle su equipo militar por toda una milla sin pago alguno. Esto explica la acción del soldado romano que obligó al Cireneo a ayudarle a Jesús a llevar su cruz.

Jesús quiere que nuestra actitud no sea forzada. No sólo que no nos quejemos, sino que también estemos dispuestos a hacer más de lo mínimo requerido: ser generosos y prestar servicio más allá de lo ordinario. Esta actitud caracteriza a los cristianos verdaderos: La primera milla por obligación; la segunda por amor.

Esto se dice fácil, sin embargo, cuando un compañero de trabajo nos pide que lo ayudemos hasta tarde con un proyecto, seguramente reaccionamos con desagrado. Cuando algún familiar necesita ayuda para reparar algo en su casa tarde en la noche, posiblemente nos quejamos o procuramos posponer la ayuda para otro día. Y cuando un vecino nos pide pasar a buscar nuevamente a los pasajeros del “auto compartido” en una semana particularmente ajetreada, posiblemente lo que queramos hacer no es trabajar sino relajarnos y descansar. Sabemos que debemos estar mejor dispuestos, pero no deja de ser una lucha interna.

Es reconfortante saber que Dios no nos responde como lo haríamos nosotros. De hecho, Jesús mismo es el mejor ejemplo de quien camina la milla adicional. Se vació a sí mismo para hacerse hombre y cargar con todas nuestras limitaciones. Sufrió silenciosamente y entregó su vida para salvarnos. Incluso ahora, nunca se cansa de escuchar nuestras oraciones.

¿Cómo podemos imitar un amor tan generoso? Podemos hacerlo dando un paso a la vez. Si somos dóciles al Espíritu, aun en los más pequeños detalles, dejamos que Dios nos llene de su amor. Así encontraremos nuevas fuerzas y seremos perseverantes, hallaremos más paz y paciencia. Siempre dando un paso primero y luego otro, y otro. Si sumamos todos estos pasos descubriremos que ya hemos caminado la milla extra. Así que cuando alguien te pida ayuda hoy, eleva una oración, respira hondo y di que sí.
“Espíritu Santo, lléname con el amor de Dios por las personas que me rodean.”
1 Reyes 21, 1-16
Salmo 5, 2-7

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