Jesús se puso a hablarles en parábolas: "Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía.Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías.De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes.Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros.Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: 'Respetarán a mi hijo'.Pero los viñadores se dijeron: 'Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra'.Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros.¿No han leído este pasaje de la Escritura: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular:esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?".Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud. Y dejándolo, se fueron.
No desechemos la piedra angular
Hace poco asistí a la defensa de una tesis doctoral sobre los 12 versículos del evangelio de hoy: los viñadores homicidas. Varios años, muchas horas y muchos folios. Y hoy me encuentro de nuevo frente a este texto; mejor, hoy me encuentro de nuevo frente a la Palabra que un día más se acerca y quiere tocar nuestra vida, delicadamente, sin prisa, con decisión.
Os cuento esto porque me ha hecho asombrarme de la grandeza del ser humano, de tantos registros y capacidades como recibimos de Dios, de tantas posibilidades para mirar la realidad y comprenderla. Y oraba imaginando a Dios preparando con tanto cuidado a cada persona, como su viña: plantar, proteger, cuidar, acompañar… Todo por la viña.
Y aparecían también esos labradores que se aprovechan de “tanto bien recibido” en las cepas. Todos los que lejos de admirarse del trabajo del Dueño de la Vid, buscan la manera de apropiárselo y si llega el momento, no dudan en quitar del medio a quien les recuerde quién es la piedra angular de esta historia.
Hoy me quedo con el amor cuidadoso del Viñador y la viña que va creciendo tal como ha sido soñada. Hoy no quiero fijarme en los labradores homicidas. Hoy elijo cantar a la Piedra angular que nos sostiene de un lado o de otro. Hoy pido a Dios que nos recuerde la suerte que tenemos al recibir una fe tan preciosa como la nuestra, en palabras de la carta de Pedro.
Quizá fijando los ojos en la vida que crece y restando atención a los homicidas, no conseguiré que haya menos muerte en el mundo, pero al menos el asombro y el agradecimiento al Viñador acrecentará en mi el deseo de no destruir ninguna cepa ni caer en la tentación de eliminar a cuantos vengan a recordarme que la piedra angular es Jesús, no yo.
Nuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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