"Es verdad que la santidad cristiana es la santidad de Cristo en nosotros, pero ello no significa que el Espíritu Santo vaya a hacer su obra en nosotros si nosotros nos mantenemos absolutamente pasivos e inertes. No hay vida espiritual sin constante lucha y conflicto interior. Un conflicto que es tanto más difícil de afrontar cuanto que es oculto, misterioso, y a veces casi imposible de comprender. Todo cristiano responsable está dispuesto a hacer algunos sacrificios iniciales. No es difícil empezar bien. Lo dificil es proseguir, llevar adelante la obra comenzada y perseverar en ella los años que haga falta, hasta el final. El esfuerzo de la fe es demasiado grande, y la carga que supone para nuestro pobre amor es demasiado pesada, o al menos tememos que lo sea. No comprendemos el significado de la cruz y la seriedad de nuestra vocación de morir con Cristo para resucitar con Él a una vida nueva. Es absolutamente cierto que morimos con Él en el bautismo y resucitamos de entre los muertos, pero se trata tan sólo del principio de toda una serie de muertes y resurrecciones.No nos convertimos una única vez en nuestra vida, sino muchas veces, y esta interminable serie de grandes y pequeñas conversiones, de revoluciones interiores, desemboca finalmente en nuestra transformación en Cristo".
Thomas Merton
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