Jesús dijo a sus apóstoles: "Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas. Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre."
Queridos amigos:
Vivimos en una sociedad donde cada día se aseguran más cosas: la casa, el coche, las joyas o las obras de arte (el que las tiene), el riesgo de averías, de incendios, la responsabilidad civil de los profesionales (y aún en las familias), la atención sanitaria privada,…
Necesitamos un respaldo, y la sociedad (algunas empresas) nos lo facilita por un módico precio. Es una forma de vender tranquilidad. Si algo me pasa, está el seguro.
Jesús, en este pasaje, anuncia las peores calamidades para sus seguidores: persecuciones, azotes, juicios,… pero también garantiza el respaldo. Lo que ocurre que esta vez es gratis. Dios mismo nos asiste en las desgracias, en los males sufridos por su causa.
Se impone un ejercicio de confianza. Los que se encuentran con Dios personalmente, pueden (podemos) dar testimonio de la tranquilidad, la paz interior, la confianza que produce el saberse en sus manos. La fe, la Esperanza (con mayúscula), no evita los problemas, las preocupaciones, ni nos proporciona soluciones eficaces (mágicas) a los conflictos de cada día. Pero sí nos da la serenidad suficiente para abordar las dificultades con otro talante; para saber que, al final, está Dios, y que Él no nos deja solos, que nos da la fuerza necesaria para seguir adelante.
No nos van a perseguir, probablemente, ni nos van a llevar ante el juez por anunciar el Evangelio, pero sí padecemos a diario otras preocupaciones. Dios nos garantiza que, si contamos con Él, Él estará con nosotros. Y (repito) aunque eso no nos solucione automáticamente los conflictos, nos dará la serenidad y la entereza necesarias para buscar la salida, o para llevar adelante la dificultad con otro ánimo. Porque nada hay más poderoso que Dios, y Él está de nuestro lado. Es la experiencia de muchos.
CR
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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