Evangelio según San Marcos 8,11-13
Entonces llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con él; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo.
Jesús, suspirando profundamente, dijo: "¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo".
Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos hermanos:
Impresiona ese “¿Por qué?” de Jesús acompañando su profundo suspiro.
Comencemos entrando en la escena. Puede ser saludable que dejemos resuene con fuerza el interrogante del Maestro y que nos interpele.
¿Por qué reclamamos signos? ¿Es que no nos fiamos? ¿No es de fiar este Maestro? ¿No es coherente su predicación? ¿No hay congruencia entre lo que dice y lo que hace? ¿Será que nos sentimos con derecho a reclamar, a exigir?
La pregunta de Jesús me hace pensar en lo que enseña el apóstol Pablo. Al escribir a los de Corinto, les dice que hay una tendencia propia de los judíos y otra de los griegos. Para creer en el mensaje los judíos quieren ver milagros y los griegos quieren un mensaje que suene razonable e inteligente (Cf 1 Co 1, 22).
Puede que esta sea la situación de esta orilla de nuestro mundo, de nuestra cultura, de nuestro tiempo también…
Los hay que piden signos. Ansían lo extraordinario, lo superespecial, lo llamativo, lo sensacional, lo milagroso… ¿Te sientes uno de ellos, cercano a ellos?
Los hay que reclaman razonabilidad y nivel intelectual. Sin estridencias, con mesura; tras sesudos estudios contrastados, plausibles… ¿Te sientes más cerca de estos?
Y la Palabra nos alerta, pues parece que el Maestro está en la otra orilla. Y su persona, su mensaje y su destino es escándalo y locura (Cf 1 Co 1, 23); fuerza de Dios y sabiduría de Dios, sí, pero desde el vértigo de la entrega, en la donación de la propia vida.
¿Por dónde caminan mi fe y la tuya? ¿Por el anhelo del milagro? ¿Por el prestigio del intelecto? ¿Por la razonabilidad? ¿Por el ‘maravillosismo’?
¿Qué pasa si Jesús no nos regala mas signo que el de su vida entregada? ¿No será que la verdadera confianza no reclama signos?
¿Seremos capaces de irnos tras El a la otra orilla: la del claro-oscuro de la fe, la del riesgo de la confianza, la de la apuesta del amor?
Vamos a hablarlo con El. ¿Os parece?
Nuestro hermano.
P. Juan Carlos, cmf
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