miércoles, 12 de febrero de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 7,14-23


Evangelio según San Marcos 7,14-23
Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanlo bien.
Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.
¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!".
Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola.
El les dijo: "¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo,
porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados?". Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos.
Luego agregó: "Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro.Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios,
los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.
Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre".



RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos, paz y bien.

Siguen las explicaciones de Jesús, para que se le entienda de forma correcta. Para que las normas tengan sentido, para devolver el significado que, con el paso del tiempo, muchas habían perdido.

Y también quiere que pensemos más en nosotros y menos en los demás. Todos los que se oponían a Jesús estaban pendientes de Él, observándole, y buscando cómo atacarle. No tenían ninguna capacidad de reflexión, de autocrítica. Como los adolescentes, no escuchaban lo que Jesús decía. Lo rechazan simplemente porque lo decía Jesús.

Palabras, las de Cristo, pronunciadas hace más de 2000 mil años, pero que siguen siendo muy actuales. Nos cuesta mucho mirar en nuestro interior, y aceptar nuestros errores, nuestras culpas. No sabemos, o no queremos reconocer el motivo profundo de lo que hacemos. Las motivaciones siempre hay que depurarlas. Es bueno pararse, pensar en el motivo que nos lleva a hacer algo.

Estaría muy bien, al final del día, hacer un examen de conciencia. Pensar en lo que hemos hecho, a lo largo de la jornada, y por qué y para qué lo hemos hecho. Dar gracias a Dios por lo bueno que hemos vivido, por el bien que hayamos podido hacer, y pedir perdón por lo que hayamos hecho mal, o por lo que no hayamos hecho. Y si hemos obrado con aviesa intención, por quedar bien o por aparentar, hacer propósito de enmienda, y, como decíamos ayer, procurar hacer todo “por el amor de Dios”.

Quizá nosotros no seamos tan sabios como Salomón, pero podemos avanzar por el camino de la sabiduría, revisando nuestra vida y sabiendo leer nuestras motivaciones. Y, con humildad, reconocer que no siempre lo hacemos todo bien. La sabiduría es un don de Dios, conviene pedirla a menudo. A no ser que lo sepas ya todo. Que me extraña mucho…

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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