Jesús ilumina el espacio del corazón
La sal da sabor al pan y a todo alimento, impide la descomposición de la carne y la conserva largo tiempo. Considera que lo mismo ocurre con la vigilancia de la inteligencia. Ella llena de sabor divino tanto al hombre interior como al hombre exterior, expulsa el desagradable olor de los malos pensamientos y nos permite perseverar en el bien. Muchos malos pensamientos nacen de la sugestión y de ellos nace la acción mala sensible. Pero quien con Jesús apaga la sugestión, escapa de lo que sigue. Se enriquecerá con el suave conocimiento divino, con él encontrará a Dios, que está presente en todos lados.
Teniendo delante de Dios al espejo de la inteligencia, está continuamente iluminado, a imagen del cristal puro y del sol sensible. Alcanzada la última cima deseada, la inteligencia se reposerá de otra contemplación. (...) Es imposible que quien mira el sol no tenga los ojos inundados de luz. Lo mismo, quien se inclina siempre hacia el espacio de su corazón, será iluminado. (...) Cuando las nubes se disipan, el aire aparece puro. Igualmente, cuando bajo el sol de justicia, Jesucristo, se disipan los fantasmas de las pasiones, nacen en el corazón los pensamientos luminosos, semejantes a las estrellas. Porque Jesús ilumina el espacio del corazón.
Hesiquio el Sinaíta o de Batos
– a veces asimilado con Hesiquio presbítero de Jerusalén – (¿Ve s.?), Monje
“Sobre la sobriedad y la vigilancia” 87, 88, 108, 197, (Philocalie des Pères neptiques, DDB-Lattès); trad. sc©evangelizo.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario