Evangelio según San Mateo 9,14-15
Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?".
Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
RESONAR DE LA PALABRA
Segundo día después de Ceniza.
Queridos amigos:
Miramos la cuaresma con un colorido peculiar, y que en no pocas ocasiones proyectamos a nuestro alrededor contagiando a la vida misma con un tinte triste, apesadumbrado, doloso, negativo…. victimista. “Oración, ayuno, limosna” es la triple invitación cuaresmal que frecuentemente asumimos como una imposición del tiempo litúrgico, una sobrecarga de la “religiosidad tradicional” para nuestras apretadas agendas personales y sociales; en consecuencia alzamos la mirada al cielo haciendo observar la inutilidad del sacrificio realizado y argumentamos en el entorno sobre la ineficacia del empeño, el atavismo cultural; al tiempo que clamamos en el lamento de un duelo lleno de envidia por quienes no cargan con nuestra penitencia. Somos la viva imagen de aquel cofrade que cargando con su cruz iba echando juramentos a todo el que se asomaba a contemplar la belleza del paso del calvario.
Una espiritualidad y ascéticas vividas como imposición, son inútiles para quien las practica y antitestimoniales para quien las contempla, ¡Auténtica carga de costalero desmotivado y depresivo! ¿Cómo no nos van a echar en cara a muchos de los que nos decimos creyentes ese aire funesto con el que teñimos nuestra vida y pretendemos decolorar la de los otros?
Desde luego, “los amigos del novio” llevan un aire distinto: jovial, entusiasta, rebosante de alegría, gozoso por poder participar de la fiesta a que han sido invitados.
¿Y si diéramos un giro a nuestras oraciones, ayunos y penitencias?
De una oración entendida como tiempo intransigente del rezo obligatorio y de devociones marcadas y labios que pronuncian rutinas para pretender dejar bendito todo lo que vemos y tocamos…A una ORACIÓN que suponga rescatar un breve tiempo para el encuentro personal y con el Padre, sin muchas palabras pero con un deseo enorme de hacerle partícipe de mi vida. Incluyendo en ese encuentro a las personas que amo o digo amar.
Un AYUNO que más allá de alimentario entienda que no puedo dejar mi vida en un frenético pasar los días sin ningún tipo de exigencia personal en provecho propio y ajeno. Ayuno de: apatía, de todo vale a cualquier coste, de derrotismo barato y palabrería para justificarme. A cambio una “DIETA” de austeridad, contra-consumista, que me permita ver dónde están los valores fundamentales; de cercanía a personas a quienes trato con dureza e indiferencia, ayunando de palabras duras e hirientes. …
LIMOSNA que se aleja de la mirada miserable que impongo al mundo a cambio de la acogida en mi vida de la persona del otro, con todos sus problemas -y también sus alegrías-. La auténtica limosna lejos de suponer pérdida de lo mío, significa la ganancia en la riqueza personal del otro.
ORACIÓN, AYUNO, LIMOSNA lejos de ser un castigo porque ha llegado la cuaresma, son una gran oportunidad para descubrir la alegría del Evangelio y disfrutar de la Bienaventuranza del Reino.
Te deseo toda la felicidad del mundo.
Pepe Lillo cmf.
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