domingo, 9 de febrero de 2020

La Verdad prisionera de la injusticia

Desde el cielo Dios revela su reprobación de toda impiedad e injusticia de los hombres que tienen la verdad prisionera de la injusticia. Observa la prudencia de Pablo, cómo del tono persuasivo de la exhortación, pasa al más vehemente de la amenaza. Después de haber dicho que el evangelio es fuente de salvación y de vida, y que ha sido la potencia de Dios la que ha operado la salvación y la justicia, pasa seguidamente a las amenazas para infundir temor en los que no le hacen caso. Y comoquiera que son muchos los hombres que se dejan arrastrar a la virtud no tanto por la promesa del premio, cuanto por el temor al castigo, los atrae alternando exhortaciones y amenazas.
De hecho, Dios no sólo prometió el reino, sino que conminó con la gehena; y los profetas hablaban a los judíos alternando siempre premios y castigos. Por eso también Pablo varía el tono del discurso, pero no de cualquier manera, sino pasando de la suavidad a la severidad, demostrando que aquélla nacía de los designios de Dios, ésta, de la maldad e indiferencia de los hombres. Igualmente el profeta primero presenta el lado positivo cuando dice: Si sabéis obedecer, comeréis lo sabroso de la tierra; si rehusáis y os rebeláis, la espada os comerá. Idéntica pedagogía usa aquí Pablo: Vino Cristo —dice— trayéndonos el perdón, la justicia, la vida: y no de balde, sino al precio de la cruz. Y lo que mayormente suscita nuestra admiración no es sólo la munificencia de los dones, sino la acerbidad de lo que padeció. Si pues despreciarais estos dones, ellos mismos se convertirán en vuestra tristeza permanente.
Observa cómo eleva el tono diciendo: Desde el cielo Dios revela su reprobación. Esto se manifiesta con frecuencia en la vida presente: hambre, peste, guerras, pues o bien en privado o bien colectivamente todos reciben el castigo. ¿Qué de nuevo habrá entonces? Pues que el suplicio será mayor, que este suplicio será colectivo y no obedecerá a unas mismas causas: ahora tienen una finalidad pedagógica; entonces vindicativa. Esto lo da a entender Pablo cuando dice: Si el Señor nos corrige es para que no salgamos condenados con el mundo.
De momento hay muchos que piensan que nuestras calamidades no provienen de la ira de Dios, sino de la perfidia de los hombres; pero entonces se manifestará la justicia de Dios, cuando sentado el Juez en el tremendo solio, mande a unos al fuego, a otros a las tinieblas exteriores, a otros finalmente a suplicios de diverso género, eternos e intolerables.
¿Y por qué no dice abiertamente: El Hijo del hombre vendrá y con él innumerables ángeles, a pedir cuentas a cada uno, sino que dice: Revelará Dios su reprobación? Porque los oyentes eran neófitos aún. Por eso Pablo los instruye a partir de lo que en su fe era firme. Además, me parece que se dirige a los paganos. Por eso habla primero del modo que hemos visto, y luego pasa a hablar del juicio de Cristo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que tienen la verdad prisionera de la injusticia. Donde demuestra que son muchos los caminos que conducen a la impiedad, a la verdad sólo uno. Y en efecto el error es algo vario, multiforme y desconcertante; la verdad es una.

Juan Crisóstomo

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