A menudo nos quejamos por no conseguir escuchar la voz de Dios. En verdad, somos muy ruidosos por dentro y por fuera.
“Nadie está seguro al hablar, si no le gusta el silencio” (Imitación de Cristo 20).
Necesitamos guardar silencio para entender lo que el Señor tiene que decirnos. Nos habla en todo momento y en todas las circunstancias, pero no podemos escucharlo, porque hablamos mucho y estamos y vivimos agitados.
“Cierra la puerta detrás de ti y llama a tu Jesús, a tu Amado. Quédate con Él en la celda, porque no encontrarás otra paz similar” (Imitación de Cristo 20).
Hoy, el Señor quiere hablar particularmente a nuestro corazón.
A lo largo de este día, nos recojámonos en lo más profundo de nuestro ser, donde habita Dios, para escuchar su voz.
¡Jesús, en Vos confío!
Luzia Santiago
Fuente Cançao Nova
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