jueves, 31 de diciembre de 2020

Que amanezca


Termina un año calendario y el anhelo que brota en muchos corazones, en medio de esta crisis mundial es, “¡Que se vaya pronto!”. Como si fuese el año quien produjo, sostuvo y potencializó una maldición y, por arte de magia, cuando el reloj marque la hora feliz florecerá un tiempo de bendición.

La desesperación sin Dios conduce a pensamientos mágicos.

La vida, el tiempo, en nuestra realidad humana es un continuo. En nosotros, cristianos, es un continuo con olor a eternidad.
Nada cambiará si no cambio.
Nada cambiará si no cambiamos.
Nada cambiará si no espero.
Nada cambiará si no esperamos y creemos.
Y nosotros creemos en aquello que promete Aquel que cumple porque es Fiel y siempre ha cumplido.

Nuestra esperanza no esta puesta en un cambio de calendario.
Nuestra esperanza tiene Nombre y rostro concreto.
Nuestra esperanza preparó el camino, habló, hizo silencio, se encarnó, padeció, murió y resucito al tercer día. Nuestra esperanza está sentada la diestra del Padre. Nuestra esperanza sigue obrando, sigue hablando, sigue restaurando, curando y liberando porque decidió donarnos lo más precioso que tenía: Su mismo Espíritu.

Su voz es como Él, eterna.
Su voz no cambia, no pasa, no se altera, es Viva y es Eficaz.

“No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas;
yo estoy por hacer algo nuevo” Isaías 43, 18-19

No esperes un simple cambio de hora, de números.
Espera en Aquel que viene a recordarte que Él y sólo Él esta presente para vos y para mi, para hacer algo nuevo.
El cambio de hora sólo debe servirte para recordar que siempre hay un pasado detrás. Un pasado que nos edificó, nos hizo mejores o peores, -según nuestro deseo-, un pasado que solo nos invita a dejar atrás para enseñarnos que lo más importante es lo que está por acontecer, lo que está por venir, lo que Él ya esta haciendo.

Querido hermano, querida hermana que caminaste a nuestro lado este tiempo, gracias por estar cercano aún en la distancia. Gracias por tus palabras, por tus oraciones, por compartirnos tus alegrías y tus dolores; tus anhelos más hondos y las angustias que aún te dominan.
Al final de este día solo queremos desearte con fe expectante:

¡Que amanezca en vos el nuevo tiempo!
El tiempo en que el Señor está obrando algo nuevo.
¡Que amanezca sobre tu vida, tu familia y tu historia!
¡Que amanezca!

Miguel Angel Yunges
Comunidad Piedras Vivas

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