La Cuaresma, última preparación de los que serán bautizados en Pascua.
Nuevos bautizados, niños del baptisterio, nosotros todos que venimos de recibir la luz, creemos en tu gracia redentora, Cristo Dios: « Tú nos has iluminado con la luz de tu rostro, Tú nos has revestido con el traje adecuado a tus bodas (Ps 4,7; Mt22,11). Gloria a Ti, gloria a Tí porque tal fue tu voluntad ».
¿Quién dirá, quién mostrará al primer creado, Adán, la belleza, el brillo, la dignidad de sus hijos?
¿Quién mostrará también a la desafortunada Eva que sus descendientes han llegado a ser reyes, vestidos con trajes de gloria, y que con gran gloria glorifican a Aquel que les ha glorificado, resplandecientes de cuerpo, espíritu y ropajes? (...) y ¿Quién los ha exaltado? Es, por supuesto, nuestra Resurrección.
Gloria a Ti, gloria a Tí porque tal fue tu voluntad.
Tú eres brillante, radiante, Adán (...). Al verte, tu Adversario se desanima y grita:«¿qué es esto que veo? No lo sé. El polvo se ha renovado (Gn 2,7) la ceniza se ha divinizado. El pobre, el pequeño es invitado, se ha bañado y ha entrado para sentarse a la mesa. Una vez en el banquete, ¿tiene la audacia de comer y el atrevimiento de beber al Mismo que lo ha hecho? Y ¿quién se lo ha dado? Por supuesto, Su Resurrección.
Gloria a Ti, gloria a Tí porque tal fue tu voluntad.
«No se acuerda de sus antiguos pecados, de las primeras heridas no muestra ni la menor cicatriz. Sus largos años de parálisis los ha arrojado en la piscina, el paralítico, ahora no lleva la camilla sobre su espalda, pero en verdad lleva sobre sí la Cruz de Aquel que se compadeció y que a mí me ha hecho perder. En otro tiempo, el Amigo de los hombres, ha lavado muchas veces a los hombres en las aguas y no han brillado de esta manera. A estos, su Resurrección les ha devuelto el brillo. Gloria a Ti, gloria a Tí porque tal fue tu voluntad.
Aquí se recrean aquí se renuevan; no se curve más la espalda por los pecados.
Tú posees, nuevos bautizados, la cruz como bastón, apoya en ella tu juventud. Llévala en tu oración, llévala a la mesa común, llévala en tu lecho y por doquier como tu título de gloria (...). Grita a los demonios: "La cruz en la mano, me mantengo de pié, amando tiernamente nuestra Resurrección".
Gloria a Ti, gloria a Tí porque tal fue tu voluntad.
San Romano el Melódico (?-c. 560)
compositor de himnos
Himno « A los nuevos bautizados», str. 1,4-5,19
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