Una homilía griega del siglo 4º
Sobre la Pascua (homilía inspirada en el Tratado sobre la Pascua de San Hipólito)
«Yo os digo»: La Ley antigua llevada a plenitud por aquél que da la Ley nueva
La Ley dada a Moisés es una compilación de enseñanzas variadas y de imperativos, una colección útil para todos de lo que es bueno hacer en esta vida, y un reflejo místico de las costumbres de la vida celeste: una antorcha y una lámpara, un fuego y una luz, réplica de las lámparas de arriba. La Ley de Moisés era el itinerario de la piedad, la regla de las costumbres honestas, el freno del primer pecado, el boceto de la verdad que ha de venir (Col 2,17)... La Ley de Moisés era para la piedad un maestro y para la justicia un guía, para los ciegos una luz y para los insensatos una prueba, para los niños un pedagogo y para los imprudentes una amarra, para las cervices duras una brida y para los impacientes un yugo que constreñía.
La Ley de Moisés era el mensajero de Cristo, el precursor de Jesús, el heraldo y el profeta del gran Rey, una escuela de sabiduría, una preparación necesaria y una enseñanza universal, una doctrina llegada en el momento oportuno y un misterio temporal. La Ley de Moisés era un resumen simbólico y enigmático de la gracia futura, anunciando en imágenes la perfección de la verdad que ha de venir. Por los sacrificios anunciaba la Víctima, por la sangre, la Sangre, por el cordero, el Cordero, por la paloma, la Paloma, por el altar, el Sumo Sacerdote, por el Templo, la permanencia de la divinidad, por el fuego del altar, la plena «Luz del mundo» (Jn 8,12) que desciende de Arriba.
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