Durante siglos la identidad masculina estuvo ligada a su virilidad. La imagen del hombre héroe, guerrero, combatiente, cazador, conquistador y protector permeó las diversas culturas y plasmó su figura en la historia. Mientras tanto, los especialistas afirman que este modelo está declinando.
El hombre moderno cambió la apariencia viril por una más estética y delicada, casi bordeando la imagen femenina. Hay quien diga que eso solo es una cuestión cultural, un tipo de estereotipo que acompañó el modelo patriarcal a lo largo de los años, sin embargo no se puede negar que estos cambios están colocando al hombre en un verdadero conflicto existencial.
Cuando hablamos sobre la crisis de la masculinidad nos apoyamos en el fenómeno de la transición que ha sucedido en el mundo masculino con el pasar del tiempo y como en todo cambio, podemos contemplar hechos positivos de esa realidad y otros no tanto.
Pero entonces ¿qué es ser hombre? ¿Cómo, en la cultura actual, ellos se diferencian de las mujeres? “El cuerpo de la mujer mensualmente le recuerda que es mujer, eso la ayuda en su condición femenina. El hombre no tiene ningún evento en su cuerpo que en este sentido, le venga a socorrer: por eso depende de ritos sociales y culturales que cumplan esa función. En algunos pueblos primitivos esos rituales aún funcionan maravillosamente bien pero en nuestra sociedad moderna esos ritos de iniciación masculina se perdieron”, enfatiza el psicoterapeuta Alberto Pereira Lima hijo.
Según el padre Paulo Ricardo, sacerdote de la arquidiócesis de Cuiabá (Mato Grosso- Brasil) quien ha debatido el tema en prédicas por dentro y fuera del Brasil, la crisis de la masculinidad consiste en que el jóven ya no puede alejarse del mundo femenino. “El ser hombre no solo está relacionado a hormonas masculinas, sino a su misión de alejarse del mundo femenino y después volver para protegerlo. Lo que sucede hoy es que el hombre ya no quiere alejarse de lo femenino y por eso no ha cumplido su misión de hombre”, afirma el sacerdote.
La ideología de género y el movimiento feminista
En la vanguardia de la crisis de la masculinidad están los grandes movimientos de desconstrucción de los sexos, como el feminismo radical y la ideología de género. Esta polémica fue levantada por una famosa feminista llamada Camille Paglia, que, en entrevista a una conocida revista brasilera, dijo que el feminismo fue demasiado duro con los hombres. Según Paglia, al exigir espacio en un mundo que pertenecía exclusivamente a los hombres, las mujeres acabaron colocándolos en una verdadera encrucijada. “Las mujeres piden a los hombres que sean lo que no son y cuando se vuelven lo que no son, ellas no los quieren más”, declaró.
“Lo que pasa hoy es que los movimientos feministas pusieron en las cabezas de las personas que ser hombre es malo, ser hombre es ser un opresor, y que lo bonito es ser delicado. Mientras antiguamente el muchacho recibía un estimulo del padre y de la propia sociedad para ser hombre, hoy el jóven se siente culpado con la idea de que ser hombre es ser un opresor“, resalta el padre Paulo Ricardo.
Según la psicóloga Arlene Denise, la ideología de género ayudó a confundir aún más los papeles del hombre y de la mujer en la sociedad. “El niño y el adolescente necesitan hacer un camino arduo de identificación con la figura masculina para hacerse hombres. Lo que sucede es que la ideología de género viene y dice para ese jóven y ese niño que ellos pueden ser lo que quieran, y eso confunde a los niños”, alerta la socióloga.
Metrosexualidad
“Yo gasto mil reales por mes en cosméticos”, afirma Rogério Azor.
Un modelo masculino que surgió en los últimos 20 años y que retrata bien esta crisis del hombre moderno, son los llamados metrosexuales. Son hombres, provenientes de los centros urbanos y de las grandes metrópolis, excesivamente preocupados con la apariencia que asumieron un mercado hasta entonces rigorosamente ocupado por mujeres, como los salones de belleza y clínicas de estética. Ellos se pintan las uñas, delínean las cejas, depilan el cuerpo, pasan horas frente al espejo y no ahorran cuando el asunto es belleza y cosméticos.
Para Rogério Azor Bocalari, camarógrafo y metrosexual asumido, el hombre que se preocupa con la apariencia hace parte de una cultura que ha crecido día a día, por eso las clinicas de belleza están invirtiendo más en ese segmento. “Yo conozco a mucha gente que critica y dice que las cosas que hago para mejorar mi apariencia son de comportamiento femenino. Pero yo no estoy de acuerdo porque ellas aún tienen en la mente que el hombre es un tipo “ogro” y “anticuado”.
Según la socióloga Arlene Denise, la metrosexualidad es un reflejo de nuestra cultura narcisita y consumista. “Nosotros vivimos en una cultura en que las personas necesitan ser vistas todo el tiempo, para eso necesitan consumir. Nuestros medios están al servicio de la cultura del consumo porque cuanto más vanidoso es un hombre, más gastará en un salón de belleza, gimnasio, depilación y cosméticos de todos los tipos”, recuerda Arlene.
Según datos de la Asociación Brasilera de la Industria de Higiene Personal, Perfumería y Cosméticos, solo en los últimos 5 años creció en 93% la frecuencia de hombres en clínicas de estética y salones de belleza en el pais. Una investigación americana también reveló que los hombres están invirtiendo más tiempo y dinero con la apariencia: ellos consumen en promedio 22 minutos diarios frente al espejo y casi dos mil reales mensuales en productos de belleza. 72% de ellos dijeron que se sentían más presionados por la sociedad, que hace diez años.
La crisis de la paternidad
Según especialistas el asunto de la crisis de la masculinidad desemboca en otra crisis: la de la paternidad. Pero ¿Cuál es la importancia de la figura paterna para una persona?
“El padre presenta al hijo un mundo ordenado que tiene leyes, reglas, constumbres y ética y la noción del otro. Lo contrario a eso es desastroso, es lo que llamamos psicopatía que es justamente la ausencia de sentido de límite, de regla y de la falta de noción del otro en la psique”, informa el psicólogo Alberto Pereira Lima.
Según el especialista las personas no están ” a la deriva” de un padre sino que muchas veces tienen un padre “disfuncional”, osea, desajustado e inoperante. “La presencia de un padre “disfuncional” grita más que la ausencia física de un padre porque él va a funcionar como un parámetro para la construcción de un ser de conducta problemática y desviante”, destaca el psicólogo.
La reflexión del doctor Alberto está de acuerdo con estudios realizados en Estados Unidos, los cuales muestran que en este país, uno de cada tres niños vive sin el padre biológico o sin referencia paterna en casa. Los números de las investigaciones revelaron que en los hogares sin la presencia del padre las posibilidades de que los niños vivan en pobreza son cuatro veces más. Revelaron también que ellas presentan niveles más elevados de comportamiento agresivo. Y que la mortalidad infantil entre ese público es dos veces más alto y que están más propensos a la delincuenica y a tener problemas con la ley. Los números también mostraron que las jóvenes que crecen sin presencia paterna tiene siete veces más posibilidades de quedar embarazadas en la adolescencia y más posibilidad de sufrir malos tratos y negligencias. Y están más propensas al abuso del alcohol y drogas. Y dos veces más susceptibles a la obesidad y a abandonar los estudios.
Fuente: Destrave
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