La búsqueda de la espiritualidad debe ayudarnos a ser cada vez más libres de lo material y señores de nuestros instintos
Una de las palabras más usadas en estos últimos tiempos es espiritualidad, porque nos hace mucha falta en el equilibrio de nuestra vida. Dicen los psicólogos que cuando se habla mucho de una cosa es porque no la poseemos y por lo tanto somos carentes de lo que hablamos. No sé si esta teoría es correcta, no es mi especialidad. Lo que puedo decir es que la espiritualidad no es una teoría que llena el corazón de nadie. Para que la espiritualidad se convierta en algo personal debe salir del papel y del campo de las ideas y hacerse vida. Solo quien vive mirando para lo alto, no se deja esclavizar por las cosas de la tierra y puede poco a poco convertirse en una persona espiritual. Debemos evitar el espiritualismo que nos impide comprender que la acción es el camino correcto de toda forma de espiritualidad.
Si un día tienes la oportunidad de visitar una librería en el aeropuerto o en la estación de autobuses o cualquier otra librería te quedarás sorprendido al ver tantos libros que se encajan en la sección “espiritualidad”, pero que en realidad no pasan de pequeñas y a veces insignificantes orientaciones emocionales y psicológicas que no alcanzan el verdadero sentido de la vida. Respetando a todos estos autores que hacen bien a los que los leen; estoy en desacuerdo porque me parece que no puede existir una auténtica espiritualidad sin una referencia explícita de ciertos valores fundamentales como la defensa de la vida, de la paz y de los derechos humanos.
La búsqueda de la espiritualidad no puede perjudicar a nadie, sino que debe ayudarnos a ser cada vez más libres de lo material y señores de nuestros instintos. Una verdadera espiritualidad es fruto de una lucha valiente, fuerte, donde nos herimos y sangramos pero no desistimos de la lucha. Uno de los textos que más me ayudan a aprender sobre la verdadera y auténtica espiritualidad es la carta de San Pablo a los Gálatas. Él nos recuerda la belleza de nuestra vocación, de este camino espiritual al que debemos recurrir y que debemos siempre tener presente en la vida. ‘Fuiste llamado para la libertad’. Solamente quien busca la auténtica libertad se aventura en el camino espiritual.
La libertad no es como normalmente se entiende dentro del lenguaje de las personas en el día día. Libre es quien hace lo que quiere y como entiende. Existen muchos autores que dicen: tengo el derecho de ser feliz y de buscar mi felicidad y realización, por lo tanto hasta que no la encuentre voy buscando, no importa si esto me hace romper los lazos de familia, del amor, de los compromisos de matrimonio o de relación familiar, lo que vale es mi felicidad. En realidad nunca vamos a ser felices si nos dejamos dominar por el egoísmo que está en nosotros. La libertad es un sueño duro a ser conquistado y que requiere mucho de nosotros. Esta libertad nos lleva a la verdadera espiritualidad del amor. Pero reflexiono sobre el amor y menos sé, y sin embargo me parece que con los años que va llegando lo voy comprendiendo más. Quien sabe, tal vez porque la memoria de los fracasos me hace ver en otra perspectiva el mismo amor que debo conquistar.
Darse cuenta de la necesidad del amor para vivir una dimensión de vida que no puede ser espiritualización de nada, sino que es solo espiritual autentica y vital. El mismo Pablo va presentando una interminable lista de frutos de la carne. Son 15 nombrados y otros que él no nombra. Y todos son causas de perturbaciones que nos alejan del valor fundamental de la vida. Existen algunas personas que creen que vivir la hechicería o espiritualismo es espiritualidad, o quien vive de rencores y dominio de los demás.
Se piensa que para dominar a los demás se necesita de una fuerte espiritualidad. No hay duda que son distorsionadas de la verdadera y autentica espiritualidad. No podemos confundir la espiritualidad en el sentido católico del término, ésta no puede tener otra base a no ser Cristo Jesús. Existen varias espiritualidades: budista, musulmanes, hinduista, judaico….Son como abrir una brecha por las cuales las personas ven la vida por el evangelio y del corazón de Dios, por eso la única base de toda la espiritualidad es la palabra de Dios que nos alimenta en cada momento.
Pablo dice que los que viven de los frutos de la carne no pueden entrar en el reino de Dios. No es necesario tener todos los frutos de la carne, es suficiente tener uno que nos domine, para no tener acceso a la misma experiencia del reino. Los frutos del Espíritu, que son la señal del auto control y del señorío de nosotros mismos, nos hacen entrar en la verdadera libertad. ¿Cuáles son estos frutos del Espíritu? Los frutos del espíritu son: caridad, alegría, paz, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, continencia. Contra estos no existe ley. (Gl 5, 22-23)
Aquellos que viven estos frutos del espíritu no tiene más ley porque son orientados por el amor y quien ama sabe que jamás podrá hacer el daño ni a él ni a los demás. San Juan de la Cruz, en su visión de libertad y de plenitud de vida, enseña que quien llega a la cima del monte encuentra solo la honra y la gloria de Dios, y que para el justo no existe ley… El justo tiene una única ley que lo orienta, el amor. Esto no le permite más ser esclavo de nada y de nadie.
El camino de la verdadera espiritualidad es un proceso de liberación interior donde todo está debajo del poder de nuestra libertad y que nada más podrá impedirnos ser libres en nuestro acto. En la espiritualidad entonces nos damos cuenta que es necesario superar las ideologías mágicas que no realizan nada en nosotros. Por ejemplo, la espiritualidad de los perfumes, de los colores, del incienso quemado o de las novenas hechas por el fin de recibir la gracia y nada más. Son espiritualidades vacías y sin fundamento. Es necesario que el Espíritu encuentre en nosotros una respuestas y se haga carne. Dios nos da un espacio de tiempo para vivir nuestra espiritualidad y es solo en este espacio de vida que somos llamados para realizar tu proyecto de amor. No hay nada de reencarnación y de caminos de vuelta para purificarnos y llegar así la iluminación. Es aquí y ahora que nuestra vida debe ser la vida eterna que se conquista en el día a día duro y difícil de nuestro cargar la cruz, y en la lucha sin tregua contra el mal que está dentro y fuera de nosotros.
Entonces por fin, ¿qué es espiritualidad? Es un estilo de vida guiado por el evangelio que busca imitar a la persona de Jesús. Vamos a ser espirituales cuando sea posible decir con sinceridad como el Pablo apóstol: Ya no soy yo quien vive, sino es Cristo que vive en mí.
Traducción: Thaís Rufino de Azevedo
Frei Patrício Sciadini,ocd.
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