Por tanto les pido: Caminen según el Espíritu y no se dejen arrastrar por los apetitos desordenados. Porque esos apetitos actúan contra el Espíritu y el Espíritu contra ellos” Gal 5,16-17
San Pablo, escribiendo a los gálatas habla de vida carnal, refiriéndose a la impureza, la inmoralidad sexual, libertinaje, envida, discordia, borracheras, orgías, celos, ira y otras cosas semejantes (Gal 5,19-21) Dando secuencia a los versículos, él resalta: “todos los que viven de esa manera no heredarán el reino de Dios”.
¿Ya tuviste la horrible sensación de ser vencido(a) por las tentaciones de la carne? Si la respuesta fue “si”, ¡no te asustes! Yo también ya la tuve y si no me cuido y me disciplino, seré vencida siempre. El enemigo de Dios está constantemente rodeándonos, listo para devorarnos, por eso es necesario vigilar y mucha oración.
“Si no te mortificas, nunca serás un alma de oración. Ningún ideal se torna realidad sin sacrificio” (San Josemaria Escrivá).
Generalmente somos tentados en nuestra mayor debilidad. ¿Cuál es tu punto débil? ¿Tu sexualidad, temperamento, la gula, la envidia, los celos, la discordia? Di ahora el nombre de tu debilidad para ti mismo (a). Después de responder, tal vez tu próxima pregunta sea: “¿Qué hacer en esos momentos donde me siento impotente ante las tentaciones y qué hacer para vencerlas?”.
Primero: Huir de las ocasiones de caída y no buscarlas. Si esperamos huir cuando ya nos está envolviendo, será muy difícil resistir. Más allá de huir, no podemos ser ocasión de pecado para las personas que conviven con nosotros.
Segundo: sólo con el espíritu fortalecido será posible dominar los impulsos de la carne. Venceremos y dominaremos nuestra carne con la oración y la intimidad con Dios, buscando los frutos del Espíritu que son: alegría, amor, paz, paciencia, amabilidad, mansedumbre, dominio propio, este, sobre todo, conseguimos con mucho esfuerzo, y haciendo mortificaciones, o sea, renunciando a eso que nos gusta mucho: gaseosas, dulces, etc.
¿Por qué eso es importante? Porque quien no domina la boca, generalmente, tiene una gran dificultad para controlar sus impulsos sexuales. Esa frase que un día escuché de un sacerdote, maestro en teología moral, me llevó a hacer una gran reflexión. Dios realizó muchas liberaciones en mi vida a partir del momento en que gravé eso en mi mente y en mi corazón.
“Sin disciplina no hay santidad” (Padre Jonas Abib). Nuestra vida espiritual debe ser reglada y planificada, Por eso, no podemos dejar la oración como última tarea.
Al despertar, ya necesitamos consagrar al Señor todo lo que vamos a vivir en nuestro día, nuestros pensamientos, nuestro deseo de vivir la castidad, las personas con quienes nos relacionaremos y recordar: necesitamos huir de las ocasiones de pecado y no ser ocasión de caída para otras personas. Que todo nuestro día sea una oración traducida en acciones. No sirve orar y no colocar en práctica aquello que Dios nos pide.
¡Y Él todo lo ve! No quieras probar nada a nadie.
Mensualmente, cuando sea posible, busca ser orientado por un sacerdote o director espiritual de tu confianza. Haz mortificaciones que te ayudarán y te llevarán a una madurez, a un control y equilibrio afectivo-sexual.
Eso es posible y con la ayuda del Espíritu Santo podrás vencer las debilidades de la carne.
Le he dado a Dios la victoria en mi afectividad y en mi sexualidad. Digo que es difícil, pero es posible.
Le he dado a Dios la victoria en mi afectividad y en mi sexualidad. Digo que es difícil, pero es posible.
¿Quieres vencer?
Comienza ahora con una buena confesión, sin miedo. ¡El Señor está contigo!
¡Mucha oración y mucha disciplina!
Unida en oración.
Ana Neri
Misionera de la Comunidad Canción Nueva desde 1998.
Misionera de la Comunidad Canción Nueva desde 1998.
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