Los piercings y los tatuajes en el cuerpo de un cristiano
¿Será que el uso de esas prácticas, aún en la cultura occidental pos-moderna, no está cargado de un sentido espiritual?
“No se hagan cortes en su cuerpo por los muertos; no llevan inscripciones o tatuajes en su cuerpo: ¡Yo soy Yavé!” (Lv 19,28).
Vemos, en este texto bíblico, la prohibición de Dios al pueblo de Israel de hacer incisiones en la piel. Para que no caer en fundamentalismos, tenemos de ir al contexto y descubrir la esencia del mensaje. Lo que observamos es que el uso de estas incisiones se trata de una práctica idólatra de los pueblos paganos que rodeaban Israel, y la esencia idólatra no es coherente con el seguimiento del único Dios; entonces, el cuerpo del hombre no puede ser un espacio de expresiones idólatras.
¿Los tatuajes y piercings tiene alguna cosa a ver con eso? “La expresión piercing ha sido utilizada para designar un tipo de adorno insertada por la perforación en ciertas partes del cuerpo. Tatuaje es la pintura de la piel con pigmentos insolubles y definitivos”
Mirando así, de forma objetiva, parece que el tatuaje y el piercing no tienen nada de censurable. Pero necesitamos profundizar en su significado. Pienso que el análisis de la moralidad de estas prácticas pasa por dos cuestiones:
Primero: estas prácticas suelen estar relacionadas a comportamientos muchas veces velados, pero presentes, llenos de vanidad, sensualidad e irreverencia. Aunque en la intención personal eso no esta claro, tatuajes y piercings, en nuestra cultura, llevan estos significados. En este sentido, el texto del Levítico no esta tan distante de esta realidad, porque vanidad, sensualidad e irreverencia son verdaderos ídolos a quien el hombre moderno presta culto y realiza sacrificios inescrupulosos. Incluso que personalmente sea solo una actitud adolescente de inclusión a un grupo, la motivación de este es involucrarse con eses valores.
No nos equivoquemos, porque todo lo que hacemos con nuestras cosas especialmente con nuestro cuerpo, comunica nuestros valores y transmite mensajes buenos y malos. Usando eso, aunque la primera intención no sea esa, el usuario contribuye para la valorización de estos cultos que tanto han destruidos las virtudes contrarias a estos valores en nuestra sociedad: simplicidad, pureza y mansedumbre.
Alguien puede cuestionar que otras practicas normales, como el uso de pendientes y maquillajes, también puede tener un significado de culto a la vanidad, sensualidad e irreverencia. Sí, eso es verdad. Pero esta exhortación vale también para ellas, porque las practicas comunes, sin la virtud de la templanza, también pueden disponernos a estas trampas.
Es significativo que, en la mayoría de las culturas, especialmente el piercing tenga un sentido religioso y espiritual. “La idea hindú de este objeto es que representa un contacto, una abertura para la actuación de divinidades en las más diversas aéreas de la vida humana, cada una representada por una parte del organismo. Es interesante observar que el uso del piercing esta tan unido a estas creencias hinduista, que los lugares de colocación (labios, ombligo, nariz, cejas y otros) corresponden, exactamente, a los puntos correspondientes a los llamados “chakras”, es decir, centros de energía donde se haría la interacción entre el cuerpo y la mente, de donde se podría establecer el control sobre ellos”.
¿Será entonces, que el uso de estas prácticas, aún en la cultura occidental pos-moderna no viene cargado de un sentido espiritual? ¿Será que no expone, de algún modo, a la persona a realidades espirituales, una vez que “vuestro adversario, el demonio, anda a tu alrededor como un león que ruge, buscando a quien devorar” (1Pd 5,8)?
Otra cuestión a considerar es el respeto al cuerpo, templo del Espíritu. Esta es una fuerte exhortación de San Pablo en 1Cor 6, 12-20, y también del Catecismo de la Iglesia Católica. Este, cuando se trata del quinto mandamiento de la Ley de Dios – “No mataras” -, además de lo evidente, habla también sobre la necesidad de respeto a la salud (§§ 2288-2291) como un apelativo moral del cristiano. En este sentido, el piercing y el tatuaje tampoco combinan con esos valores. De forma general, los profesionales de salud contraindican el uso de estas marcas en nuestro cuerpo, porque expone el cuerpo a una serie de complicaciones, desde las transmisión de enfermedades contagiosas, en el momento de la aplicación, como de la Hepatitis B (HBV), de la Hepatitis C (HCV) y de lo virus de la Inmunodeficiencia Humana (HIV), Sífilis etc.., como complicaciones posteriores: infección diversas, dermatitis, alergias e incluso existen relatos de casos registrados de endocarditis infecciosa (una infección grave en la camada interna del corazón). Eso todo, sin mencionar que, en el caso de los tatuajes, la remoción posterior es difícil, puede exponer la persona a nuevas complicaciones.
En cuanto al piercing, alguien puede preguntar si hay alguna diferencia con el pendiente usado en el lóbulo de las orejas. Desde el punto de vista de la salud, existe mucha diferencia. El lóbulo de la oreja es lugar que presenta mejores condiciones, porque tiene vascularización adecuada (no como, por ejemplo, la lengua y labios; tampoco, como en los cartílagos), es ventilado, poco expuesto al sudor y secreciones y es de fácil higiene. Se trata así, de una región del cuerpo con poca probabilidad de complicaciones. Otra es la situación de los diversos lugares del cuerpo en que la exposición del riesgo es mayor. Además, se ve que la tradición de culturas civilizadas tiene valor. En ella se esconden sabidurías que no imaginamos. El verdadero progreso social y cultural esta en la novedad que parte de la tradición.
Todavía, ponderando el respeto al cuerpo, ¿será que el tatuaje y el piercing respetan la belleza de la persona?
Pienso que las aberraciones que vemos por ahí nos dan la pista de respuesta: no. No, porque cualquier cosa que marca el cuerpo de forma estable o permanente comunica que no es tan bueno así, no es tan bello, y hay que mejorarlo (eso seria diferente de una prótesis, que visa justamente restaurar, en un determinado cuerpo, la integridad perdida y que es propia del ser humano).
La Iglesia no tiene ningún pronunciamiento claro u oficial sobre esta cuestión. Pero nos da los principios de fe que, con el discernimiento de los espíritus (cf 1 Cor 10, 12), podemos, sí, reflexionar y hacer juicio sobre cuestiones como esta. “El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo” (1 Cor 6,13b).
Que tus principios partan siempre de la dignidad de tu cuerpo para Dios, y que tus discernimientos busquen en todo glorificar el Señor.
Traducción y Adaptación: Thaís Rufino de Azevedo
André Botelho
Comunidad Pantokrator
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