Nos hiciste para ti e inquieto está nuestro corazón mientras no repose en ti (San Agustín)
No hay en el mundo nada que satisfaga las expectativas del corazón de un jóven, en él todo es vano y pasajero. Un joven feliz es aquel que busca constantemente sus respuestas y ansias más íntimas en el corazón de Cristo. Solo en el lado abierto del Señor se puede encontrar todas las riquezas espirituales y el sentido para las aspiraciones.
San Agustín reflexionaba sobre eso: “Nos hiciste para ti e inquieto está nuestro corazón mientras no repose en ti”. El corazón del ser humano reposará alegremente solo en la eternidad, donde Dios será todo en todos. Siendo así, todo lo que se refiere a las cosas de este mundo no pueden, ni de lejos, llenar el corazón de un hijo del Señor.
Nuestra alma es demasiado grande, solo un Dios inmenso la puede llenar. Por eso no podemos dejar que los rumores del mundo invadan nuestro corazón y dicten nuestra forma de vida. Actualmente, el mundo mira al joven como un mero consumidor, descartando todos sus talentos y virtudes, a punto de hacerlo esclavo del consumo. Si seguimos la moda, los lanzamientos que nos traen satisfacción, acumularemos deudas y más deudas, pero nisiquiera asi seremos felices.
Todo en nombre de la satisfacción inmediata. Entonces, compraremos el celular más moderno, el pantalón o las zapatillas más destacadas, la tecnología más avanzada. No obstante, los jóvenes son bombardeados diariamente con propagandas apelativas, cada cual con su estrategia y psicología, todo para atraer a la clientela más consumista del mundo: los jóvenes.
Deberíamos invertir nuestro tiempo y dinero en pro de los necesitados como recomienda la Iglesia: “El quinto mandamiento, ayudar a la Iglesia en sus necesidades, recuerda a los fieles a que deben ir al encuentro de las necesidades materiales de la Iglesia, cada uno conforme a sus posibilidades” (CIC – 2043).
De esa forma nos engañamos creyendo que las compras nos hacen felices, pero al contrario, son paliativos para amenizar nuestras angustias y decepciones, tristezas y resentimientos. Aun asi, las nuevas generaciones, cada vez con más frecuencia cambian los templos sagrados por los centros comerciales. Debe también haber un tiempo para el culto a Dios, pues el domingo más que ser un dia de descanso, es un dia dedicado al Señor. Veamos lo que el Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña: “El domingo es un tiempo de reflexión, de silencio, de cultura y meditación que favorecen al crecimiento de la vida interior cristiana”(inciso CIC – 2186).
Mientras que el joven no se convenza de que él es mucho más importante que una zapatilla de marca, un celular de moda o un videogame moderno, esa situación no cambiará, él continuará viviendo una vida vacía y sin sentido. Urge la necesidad de una metanóia, aun más, es necesario dejarse transformar por el Espíritu Santo de Dios, escuchándolo y siguiendo con docilidad sus orientaciones, pues Dios habla a quien quiere escuchar y escucha a quien está dispuesto a cambiar.
“El corazón del ser humano reposará alegremente, solo en la eternidad, donde Dios será todo en todos”. Sin embargo, aún existen muchas personas que suelen tener la crisis del “tener” en la vida. Dicen que cuanto más tenemos, mejores somos, porque así tendremos estatus frente a la sociedad, estaremos incluidos en una determinada “tribu”, etc. Sin embargo, los valores predicados por Jesús van justamente contra esos pensamientos perversos. El Señor nos pide que valoricemos el “ser” hijo de Dios, el “ser” una persona de carácter,digna, honrada, pues esos valores no están a la venta, solo Dios puede proporcionárnosla a nosotros. Por otro lado, no podemos creer que el ser y el tener son tan opuestos al punto de no haber un punto de equilibrio entre ambos. Confucio, un filósofo chino, decía que “la virtud está al medio”. Entonces, esforcémonos por buscar el equilibrio en todas nuestras actitudes.
Finalmente, no tengamos miedo de sentirnos excluidos de un grupo por el hecho de no tener determinadas zapatillas, ropa o equipos electrónicos, apoyemos nuestra vida en las cosas que no pasan, como la Palabra de Dios, la Eucaristía, los valores cristianos. Podemos hasta tener una gran satisfacción al comprar cierto producto, sin embargo será algo instantáneo, que no generará vida en nosotros.
“Jóvenes, son fuertes, ya vencieron al maligno” (cf. 1 Jn 2,14). Esa característica de la identidad del joven cristiano basta para iluminar sus decisiones. Si son fuertes pueden tranquilamente vencer todas las barreras impuestas por el consumismo sustentado por la sociedad moderna. Quien sabe, sobre su salvación, por lo tanto asume tu identidad hasta las últimas consecuencias, pues ser santo significa saber tomar decisiones nobles.
Por: Rodrigo Stankevicz
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