"Los discipulos se llenaron de alegría al ver al Señor"
La alegría pascual no es solamente la de una transfiguración posible: es la de una nueva presencia de Cristo resucitado, dispensando a los suyos el Espíritu, para que habite en ellos. Así el Espíritu Paráclito es dado a la Iglesia como principio inagotable de su alegría de esposa de Cristo glorificado. El lo envía de nuevo para recordar, mediante el ministerio de gracia y de verdad ejercido por los sucesores de los Apóstoles, la enseñanza misma del Señor. El suscitó en la Iglesia la vida divina y el apostolado. Y el cristiano sabe que este Espíritu no se extinguirá jamás en el curso de la historia. La fuente de esperanza manifestada en Pentecostés no se agotará.
El Espíritu que procede del Padre y del Hijo, de quienes es el amor mutuo viviente, es pues comunicado al Pueblo de la nueva Alianza y a cada alma que se muestre disponible a su acción íntima. El hace de nosotros su morada, dulce huésped del alma. Con él habitan en el corazón del hombre el Padre y el Hijo. El Espíritu Santo suscita en el corazón humano una plegaria filial impregnada de acción de gracias, que brota de lo íntimo del alma, en la oración y se expresa en la alabanza, la acción de gracias, la reparación y la súplica. Entonces podemos gustar la alegría propiamente espiritual, que es fruto del Espíritu Santo (Ga.5,22).
Esta alegría caracteriza por tanto todas las virtudes cristianas. las pequeñas alegrías humanas que constituyen en nuestra vida como la semilla de una realidad más alta, queden transfiguradas. Esta alegría espiritual, aquí abajo, incluirá siempre en alguna medida la dolorosa prueba de la mujer en trance de dar a luz, y un cierto abandono aparente, parecido al del huérfano: lágrimas y gemidos, mientras que el mundo hará alarde de satisfacción, falsa en realidad. pero la tristeza de los discípulos, que es según Dios y no según el mundo, se trocará pronto en una alegría espiritual que nadie podrá arrebatarles(Jn. 16,20-22).
Beato Pablo VI, papa 1963-1978
Exhortación Apostólica « Gaudete in Domino » sobre la alegría cristiana del 1 de Junio de 1975
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