Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios. Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban. Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron. Después, se mostró con otro aspecto a dos de ellos, que iban caminando hacia un poblado. Y ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero tampoco les creyeron. En seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado. Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación."
RESONAR DE LA PALABRA
Marcos concluye su Evangelio aludiendo a distintas experiencias del Resucitado, recogidas en los otros evangelios. Algunas de ellas las hemos venido comentando a lo largo de esta Octava, ya concluyendo. Quizá te venga bien repasarlas.
Tomándolas todas juntas, podemos darnos cuenta de algunas cosas:
- Lo poco «apropiadas» que son las personas elegidas por el Resucitado para hacerse presente. Primero una mujer que había tenido siete demonios. Luego un grupo de pescadores asustados y dos desencantados que «toman las de Emaús». Sólo algunos que conocieron y amaron personalmente al Señor durante su vida. En cambio, no hubo una aparición espectacular ante el Sanhedrín, las autoridades del Templo, el Procurador romano o el Emperador. El acontecimiento más decisivo para nuestra fe y nuestro destino... se queda entre personas bastante sencillas y poco influyentes (y hasta poco «preparadas»; menos mal que Pablo dará altura teológica a todo aquello). Extraños criterios de Dios.
- Marcos subraya la «ninguna» predisposición de los apóstoles a creer eso que les cuentan de que está vivo después de muerto. Son duros de corazón y duros de mollera. Desde luego que no son «ingenuos» ni tienen una alucinación colectiva. La fe en la resurrección irá siendo un largo proceso, en el que no faltan las dudas (uso el presente). No les fue más fácil a aquellos hombres y mujeres creer por haber «visto», que a nosotros creer sin ver. Las dudas acompañan siempre a la fe, a veces de manera terrible (se habla de «la noche de la fe»).
- Les costará mucho dar «testimonio» de la resurrección de Jesús. Hasta el lenguaje se les queda estrecho. Y no insistirán en las «visiones» (indemostrables), sino en la transformación personal que supone su encuentro con Jesús. La paz, la alegría, el sentimiento comunitario, el saberse perdonados, y también enviados, el nuevo estilo de vida... La fe comienza por «confiar» en quienes dicen haberse encontrado con él... hasta que nosotros tengamos nuestra propia experiencia, «por el camino».
- Va inseparablemente unido el encuentro con el Señor, con el «envío» misionero, con el anuncio del Evangelio a todos. No es un asunto exclusivo de unos «pocos» selectos que estuvieron en contacto con Jesús, o que le «vieron» vivo. Todo el que experimenta que el Señor es mi Señor (eso es la fe), tiene que comunicarlo, compartirlo, contagiarlo. Sea uno religioso, papa, madre de familia, informático, reportera, joven, mayor, enfermero, profesora universitaria, catequista... Aunque siempre «desde» y «con» y «para» la comunidad. No hay apóstoles «por libre».
Por último me parece muy oportuno señalar la expresión del Resucitado cuando envía: «a toda la creación». El Papa Francisco ha querido hacernos conscientes de la responsabilidad que tenemos los creyentes en cuidar la casa común, pues la creación entera también ha quedado redimida, y es destinataria de nuestros cuidados, de nuestra sensibilidad, de nuestro respeto. Hay que “dejar brotar todas las consecuencias del encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que nos rodea” (Laudato Si nº 217). La encíclica entera, claro. Bueno sería darle un repaso en este tiempo pascual: hay que cuidar la Vida, toda.
Por eso, termino tomando algunas líneas sueltas de una de las oraciones que el Papa nos ha propuesto en su escrito:
Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmfHijo de Dios, Jesús:
Hoy estás vivo en cada criatura
con tu gloria de resucitado. Alabado seas.
Espíritu Santo, que con tu luz
orientas este mundo hacia el amor del Padre y acompañas el gemido de la creación,
tú vives también en nuestros corazones para impulsarnos al bien.
Enséñanos a contemplarte en la belleza del universo,
donde todo nos habla de ti.
Despierta nuestra alabanza y nuestra gratitud por cada ser que has creado.
Danos la gracia de sentirnos íntimamente unidos con todo lo que existe.
Dios de amor,
muéstranos nuestro lugar en este mundo como instrumentos de tu cariño
por todos los seres de esta tierra,
porque ninguno de ellos está olvidado ante ti.
Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz, para proteger toda vida,
para preparar un futuro mejor, para que venga tu Reino
de justicia, de paz, de amor y de hermosura. Alabado seas.
fuente Comentario publicado por Ciudad Redonda
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