En cada gesto de la reconciliación hay una nueva creación. El hombre vuelve a resurgir a la vida. Cuando nosotros somos capaces de poner nuestras miserias en el corazón de Dios, Él rehace la obra de sus manos. Esta es la fiesta de la Misericordia, en la que los hijos de Dios, ponemos nuestras miserias en el corazón de Dios…Ya no cargues sobre ti, faltas, culpas, resentimientos y frustraciones. Deja que las palabras de Dios “Tu eres mi hijo amado” recorran todo tu ser. Recorra toda tu historia. Déjate reconciliar con Él y por Él.
P. Javier Rojas, sj
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