miércoles, 13 de julio de 2016

Meditación: Mateo 11, 25-27




La ciencia y la tecnología han tenido avances extraordinarios desde el siglo pasado. Las computadoras que antes llenaban cuartos enteros ahora ocupan poco espacio en el escritorio. Las personas que sufrían ciertas enfermedades terminales ahora pueden recuperar la salud y seguir viviendo por muchos años. Los aviones y los trenes rápidos van haciendo el mundo cada vez más pequeño. Sin embargo, los mismos males que han afectado a la humanidad por siglos, como la pobreza, las guerras, la delincuencia y la corrupción, no han desaparecido. ¿Por qué no puede el increíble avance científico y tecnológico ayudarnos a resolver estos problemas?

Lo cierto es que la tecnología no puede revelar la verdad más importante de todas: que somos hijos de Dios. Aquellos que Jesús llama “sabios y entendidos”, que sólo confían en el poder del intelecto, no pueden realmente entenderlo. Tal vez pueden conjeturar que Dios existe, pero sólo Dios puede revelarse a sus hijos, y en efecto lo hace a través de su Iglesia y su Palabra.

¿Qué significa hacerse como niño? Significa reconocer que fuimos creados para tener una relación constante de amor, confianza y dependencia con nuestro Padre; significa creer que Dios nos ama y nos cuida más que un padre humano y también significa mantenerse atento a las inspiraciones del Espíritu Santo.

Si usted quiere ser más como niño, mientras cumple sus obligaciones de persona adulta, propóngase hacer un alto en sus quehaceres diarios y reposar por un rato. Es fácil llenar el día con mucho ajetreo y numerosas actividades y olvidarnos de nuestra relación con Dios. Por supuesto, hay muchas cosas que tenemos que hacer cada día, pero también es esencial no dejarse consumir por ellas.

Dedique un poco de tiempo a disfrutar de la presencia de Dios. Si el clima lo permite, salga fuera y dele gracias a su Padre por el regalo de la naturaleza, o bien cierre los ojos e imagínese que usted va serenamente caminando junto al Señor. Olvídese por ese momento de sus deberes y pensamientos “adultos” y simplemente disfrute del Señor. Actúe como un niño y vea lo que su Padre le quiera revelar.
“Padre celestial, te doy gracias por adoptarme como hijo tuyo. Te pido que me ayudes a conocerte como tú eres, no solamente como Dios omnipotente, sino como Abba, mi Papá.”

Isaías 10, 5-7. 13-16
Salmo 94(93), 5-10. 14-15

fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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