San Paulino de Nola (335-431), obispo
Carta 34, 2-4; PL 61, 345-346
“¿Qué tienes que no lo hayas recibido?” (1C 4,7)
“¿Qué tienes que no lo hayas recibido?” nos dice san Pablo (1C 4,7). No seamos, pues, avaros de nuestros bienes como si nos pertenecieran… Sólo nos han sido confiados; usamos de ellos como de una riqueza común, pero no de su posesión eterna como si fueran un bien propio. Si reconoces que este bien no te pertenece y sólo lo tienes para usarlo aquí por un tiempo, adquirirás en el cielo un bien que no tendrá fin. Acuérdate de los servidores del Evangelio que habían recibido de su amo unos talentos, y que es lo que este amo, a su regreso, ha dado a cada uno de ellos; comprenderás entonces que, depositar tu dinero sobre la mesa del Señor para que fructifique es mucho más provechoso que conservarlo con una fidelidad estéril sin que rinda nada a su acreedor, con gran perjuicio para el servidor inútil, el castigo del cual será más pesado…
Prestemos, pues, al Señor los bienes que de él hemos recibido. En efecto, no poseemos nada que no sea un don del Señor, y si existimos es porque él quiere. ¿Qué es lo que podríamos considerar como nuestro, puesto que, en virtud de una deuda enorme y privilegiada, ni nosotros mismos nos pertenecemos? Porque Dios nos ha creado, pero también nos ha rescatado. Démosle gracias pues: rescatados pagando un gran precio, el precio de la sangre del Señor, somos para siempre cosa de gran valor… Devolvamos al Señor lo que él nos ha dado. Demos a Aquel que recibe en la persona de cada pobre. Demos con gozo, para recibir de él con alegría, tal como lo ha prometido.
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