San Clemente de Roma, papa del año 90 a 100 aproximadamente
Carta a los Corintios 7-13, PA 1, 108-110
“Volveos a mí de todo corazón” (Jl 2,12)
Si recorremos los tiempos antiguos, nos daremos cuenta de que, de generación en generación, el Maestro ha ofrecido la posibilidad de convertirse a todos aquellos que quieren retornar a él. Noé anunciaba la conversión y los que le escucharon se salvaron. Jonás anunció a los Ninivitas la destrucción que les amenazaba. Se arrepintieron de sus pecados y Dios escuchó sus súplicas y alcanzaron la salvación, aunque fueron extraños a Dios...
Por su voluntad todopoderosa, Dios quiere que todos los que él ama lleguen a la conversión. Por esto debemos obedecer a su magnífica y gloriosa voluntad. Imploremos humildemente su misericordia y su bondad. Confiemos en su compasión abandonando las preocupaciones frívolas, la discordia y la envidia que nos llevan a la muerte...
Permanezcamos humildes, hermanos míos, rechacemos todo sentimiento de orgullo, de jactancia, de vanidad y de cólera... Apeguémonos firmemente a sus preceptos y a los mandamientos del Señor Jesús, siendo dóciles y humildes ante sus palabras. Ya que la palabra divina nos dice: “Yo me fijo en el humilde y abatido que tiembla ante mi palabra” (Is 66,2).
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