Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel". Y Juan dio este testimonio: "He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: 'Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo'. Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios".
RESONAR DE LA PALABRAJulio César Rioja, cmf
Queridos hermanos:
Aunque nuestra tradición popular dice: “que hasta San Antón, Pascuas son”, hemos comenzado el tiempo ordinario. Es verdad que el Evangelio de este domingo, forma parte de nuestras reflexiones del tiempo de Navidad, pero vamos a intentar situarlo en el nuevo contexto litúrgico. Dicen los entendidos, que cuando Juan escribió este evangelio, quedaban grupos de seguidores del Bautista que le consideraban el Mesías y por eso, pone en boca de Juan el Bautista, la primera profesión de fe: “Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios”. Jesús es más que el Bautista.
Especialistas aparte, lo que parece importar al evangelista, es situar a Jesús a partir de los antiguos textos proféticos y de los acontecimientos que están ocurriendo en el presente, en la realidad por la que atraviesa la comunidad cristiana en la situación actual. Por eso, los títulos que se le atribuyen: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, “el que existía antes que yo”, “éste es el Hijo de Dios”. La pregunta en definitiva, no es tanto: ¿quién es Jesús?, sino ¿qué significa Jesús para nosotros?, de eso dependerá el titulo que le demos.
Una de las tareas más difíciles del cristianismo hoy, es presentar quién es Jesús para nosotros, sin caer en las fórmulas tantas veces usadas, que en ocasiones son tan poco comprensibles. Se trata, como hace el evangelista, de recoger la historia y la fe de los primeros cristianos y lo que aportaron, y de actualizar esa experiencia. No podemos atarnos a las expresiones, éstas no son fijas e inamovibles, lo importante es trasmitir con un lenguaje actual y de sentido, lo que es sustancial en el encontrase con Jesús. Resumir eso en una palabra, como hace San Pablo en la segunda lectura: “es el Señor”, ayuda, en estos tiempos de “tuit”, y frases cortas.
En el texto de hoy, aparece la expresión: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, que repetimos en la Eucaristía antes de la comunión. Puede que no sea muy apropiado y moderno, llamar a Jesús “el Cordero”, pero entronca, con toda la tradición de Isaías sobre el Siervo de Dios, (primera lectura). Actualiza la entrega, su muerte en la cruz para que todos tengan vida. No se trata de tener elaborados conceptos y reflexiones, de hablar mucho, sino de encontrar aquellas claves, que iluminan lo que estamos viviendo. Por eso en el cristianismo, siempre existieron los títulos, quizás el más ilustrativo es el de “Jesucristo”.
Decir antes de la comunión estas palabras de Juan el Bautista, es decir, que quienes pretendemos unirnos hoy a Jesús en la comunión, debemos estar dispuestos a ser “siervos”, luchar contra la muerte, que es el pecado del mundo y entregar la vida como aquel “cordero” llevado al matadero. Con esta expresión, estamos diciendo sin retoricas, que los cristianos estaremos allí donde el pecado, la muerte, ejerce un gran poder sobre los hombres, porque nuestra tarea como la de Jesús, es luchar por la vida y por eso comulgamos, nos hacemos también ofrenda.
Desde nuestro bautismo en Espíritu, demos testimonio como Juan el Bautista del Hijo de Dios, buscando la paz con nosotros mismos y entre los pueblos, colaborando con la caridad, la solidaridad y la justicia. Desde la amistad, la alegría, el afecto, el amor, propongamos la libertad, la responsabilidad, saludando a todos como hace San Pablo a los Corintios: “La gracia y la paz de parte de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo, sea con vosotros”. Quizás entonces, como en aquel tiempo, cuando alguien venga hacia nosotros, pueda exclamar: ¡he aquí un seguidor del Cordero! No olvidemos que dibujar un Cordero, era uno de los símbolos que identificaban a los primeros cristianos.
PD: Hoy es la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, el lema es: “Emigrantes menores de edad, vulnerables y sin voz”. Viendo las imágenes no es cuestión de muchas palabras y puede que no llegue con las oraciones, es momento a contracorriente en esta vieja Europa, de recordar los valores.
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