martes, 10 de abril de 2018

COMPRENDIENDO LA PALABRA 100418

«El viento no sabes de dónde viene ni a dónde va»

¿Quién eres tú, dulce luz que me llena

e ilumina las tinieblas de mi corazón?

Tú me conduces como la mano de una madre

y si me soltaras,

no sabría dar un solo paso.

Tú eres el espacio 

que envuelve todo mi ser y lo cobija en ti.

Abandonado de ti, me hundiría en el abismo de la nada

de donde lo has sacado para levantarlo hasta la luz.

Tú, más próximo cercano a mí

que no lo estoy yo de mí misma,

más íntimo que lo más profundo de mi alma,

y sin embargo inalcanzable e inefable,

más allá de todo nombre,

¡Espíritu Santo, Amor eterno!

¿No eres Tú el dulce maná

que del corazón del Hijo

fluye en el mío,

alimento de los ángeles y de los bienaventurados?

Él, que ha pasado de la muerte a la vida

también a mí me ha desvelado desde el sueño de la muerte a una vida nueva.

Y día tras día

me sigue dando una vida nueva

la plenitud de la cual un día me inundará toda entera,

vida de tu vida, sí, Tú mismo,

¡Espíritu Santo, Vida eterna!


Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa 
Poesía, Pentecostés 1942

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