viernes, 13 de abril de 2018

COMPRENDIENDO LA PALABRA 130418

“Jesús se dio cuenta de que pretendían proclamarlo rey. Entonces se retiró de nuevo a la montaña, él solo.”

    ¿Por qué hacerle rey? ¿No era rey, él que se dio cuenta de que le querían hacer rey? Sí, era rey. Pero no un rey como los hacen los hombres. Era un rey que da el poder a los hombres para reinar. Quizá Jesús nos quiere dar aquí una lección, él que suele convertir sus acciones en enseñanzas... Tal vez este “pretender proclamarlo rey” era adelantar el momento de su reino. En efecto, Jesús no había venido para reinar en este momento, lo hará en el momento que nosotros invocamos al decir: “que venga a nosotros tu reino”. Como Hijo de Dios, como Verbo de Dios, el Verbo por quien todo fue hecho, reina siempre con el Padre. Pero los profetas anunciaron también su reino como Cristo hecho hombre que reúne a sus fieles. Habrá, pues, un reino de cristianos, el reino que está establecido actualmente, que se prepara, que ha sido comprado con la sangre de Cristo.

    Más tarde este reino se manifestará, cuando resplandecerá en sus santos, después del juicio pronunciado por Cristo. De este reino dijo el apóstol: “cuando Cristo entregue el reino a Dios Padre.” (1 Cor 15,24) Y el mismo Cristo dijo: “Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.” (Mt 25,34) Pero los discípulos y la gente que creían en él se pensaban que venía para reinar en aquel momento. Era como querer anticipar su momento que él tenía escondido dentro de si para darlo a conocer y manifestar en el momento oportuno, al final de los tiempos.


San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia 
Sermones sobre el evangelio de San Juan, 25,2

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