domingo, 8 de abril de 2018

Meditación: Juan 20, 19-31

El Señor le pidió a Santa Faustina Kowalska que se instituyera una fiesta dedicada a la Divina Misericordia y se celebrara el domingo después de la Pascua.

Los textos litúrgicos de ese día, el Segundo Domingo de Pascua, se refieren a la institución del Sacramento de la Penitencia, el Tribunal de la Divina Misericordia.

La fiesta fue incorporada al calendario litúrgico por el Papa San Juan Pablo II en el año jubilar 2000, con motivo de la canonización de Santa Faustina.

¿En qué consiste esta fiesta? Lo explicó el mismo Señor a Santa Faustina: “Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea un refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de mi Misericordia. Derramo un mar de gracias sobre las almas que se acerquen al manantial de mi Misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas” (Diario 699).

En este mensaje, el Señor nos pide que tengamos plena confianza en la Misericordia de Dios, y que seamos compasivos con el prójimo en lo que decimos y hacemos... “porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil” (Diario, 742).

Con el fin de celebrar apropiadamente esta festividad, se recomienda rezar la Coronilla y la Novena a la Divina Misericordia, que comenzó el Viernes Santo; confesarse —para lo cual es indispensable realizar primero un completo examen de conciencia— y recibir la santa Comunión el día de la Fiesta de la Divina Misericordia.

Sobre esta fiesta le dijo el Señor a Santa Faustina: “Quiero que la imagen sea bendecida solemnemente el primer domingo después de Pascua y que se le venere públicamente para que cada alma pueda saber de ella” (Diario 300, 341).
“Oh Dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros tu mirada bondadosa y aumenta tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a tu santa voluntad, que es el amor y la misericordia misma.”
Hechos 4, 32-35
Salmo 118(117), 2-4. 13-15. 22-24
1 Juan 5, 1-6

fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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