domingo, 1 de abril de 2018

Meditación: Salmo 118(117), 1-2. 16-17. 22-23

No moriré, continuaré viviendo, para contar lo que el Señor ha hecho.Salmo 118(117), 17












¡Aleluya, Señor Jesús, porque hoy has resucitado y toda la creación entona jubilosa tus alabanzas! Oigo que hasta las piedras exultan de gozo, justo como tú lo dijiste: “¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor!” Incluso la piedra que cerró tu sepulcro ha sido quitada y ahora proclama un maravilloso misterio. En lugar de ser un testamento inmóvil de tu muerte, ha venido a ser un indiscutible testimonio de tu gloriosa resurrección.

Hoy, Señor, las vendas cobran vida para declarar tu victoria, porque sobre ti, la muerte no tenía fuerza alguna; más bien, en un abrir y cerrar de ojos, tú, Señor te liberaste de toda atadura en una magnífica y poderosa explosión de luz, tan fuerte que hasta la piedra de la entrada huyó presa del miedo. Allí en la tumba vacía, con Pedro y el discípulo amado, la Iglesia fija su mirada en los lienzos descartados con asombro y sorpresa, lienzos que me hacen convencerme de que mi Redentor vive hoy y para siempre; y me impulsan a arriesgarlo todo por tu misericordia y por tu promesa de la vida eterna.

Amado Salvador, por cuenta tuya, el cruel instrumento de muerte me habla ahora de la vida verdadera. Por tu Cruz, Señor, tú has destruido al enemigo y has abierto de par en par las puertas de la salvación. Tu luz resplandece en nuestras iglesias y nuestras casas, en habitaciones de hospital, en medio de las ruinas dejadas por la guerra, y en cada lugar oscuro y lúgubre proclamando la vida a cualquier persona que ponga en ti su fe.

¡Son tantas las vidas transformadas y tantos los signos de tu victoria! Cada uno, a su manera, me habla de ti, Señor. Ayúdame a mirar, escuchar y creer para que yo también, a mi manera, llegue a ser una señal que hable de ti a todo el mundo.
“¡Señor mío Jesucristo, tú has vencido a la muerte y estás vivo para siempre! Permite, Señor, que esta verdad penetre hasta el fondo de mi ser, impregne toda mi vida y haga allí su morada.”
Hechos 10, 34. 37-43
Colosenses 3, 1-4
Juan 20, 1-9
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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