Meditación: Hechos 4, 1-12
Si uno coloca una bolsita de té en una taza de agua caliente, el agua se transforma en una infusión de té, y una vez preparada la mezcla, no es fácil separar nuevamente el té y el agua.
Tendría que hacerlo un químico y usar una serie de pasos y elementos muy complicados para separar los componentes.
Algo así es como Dios transforma nuestra vida. Veamos el caso de Pedro y Juan, por ejemplo: habían sido pescadores, pero una vez que Jesús entró en su vida, algo cambió. Luego pasaron tres años compenetrándose de su amor, sus enseñanzas y su poder para sanar. Ellos lo vieron en todo lo que él hacía y decía día a día y también presenciaron su muerte y su resurrección gloriosa. Además, recibieron el Espíritu Santo, que los ungió y vino a vivir en ellos. ¿Cómo no iban a cambiar?
Pero, un momento. ¡Tú también has sido cambiado por el Señor!” Así como reacciona el té en el agua caliente, el Espíritu Santo está actuando en ti; está haciendo una diferencia en tu vida. Cada vez que vas a Misa, cada vez que meditas en la Sagrada Escritura te estás “remojando” en Cristo. Cada vez que vas a la Confesión, o dedicas tiempo a servir a los necesitados, la vida del Señor se fortalece en ti. Y él hace que vayas adquiriendo su “apariencia” y su “sabor” cada vez más, y así te vas convirtiendo en un ejemplo vivo y palpitante de la verdad de que todo el que está en Cristo es una “nueva creación” (2 Corintios 5, 17).
¿Sabes lo que significa esto? ¡Que Dios puede usarte para cambiar una pequeña parte del mundo! Tal vez tú no te sientas preparado para ir a orar con algún enfermo y pedir su curación o para compartir tu fe, como Pedro y Juan; pero eso no cambia el hecho de que el Espíritu Santo vive en ti y que está actuando en tu vida. Además, el cometido del Espíritu es hacerte parecido a Cristo, pues solamente él puede obrar esa transformación. Tú no necesitas seguir un complicado programa de perfeccionamiento propio; no, lo que tienes que hacer es dedicar tiempo al Señor y dejar que él actúe en ti. ¿No es ésta una buena noticia? La clave es dejarse “remojar” en el Espíritu Santo, para que el Señor haga brotar en ti tu potencial de dones y talentos que él te ha concedido, porque te los ha dado, no sólo para tu bienestar y tu paz, sino para que con ellos bendigas a otros.
“Gracias, Dios mío, por el don de tu Espíritu Santo, y gracias porque tu vida va creciendo en mí. ¡Gracias, Señor!”
Salmo 118(117), 1-2. 4. 22-27
Juan 21, 1-14
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
MAGNIFICO!!!
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