SAN BENITO
Vida de San Benito
No existen muchas referencias bibliográficas acerca de la vida de San Benito, la más concreta aparece en el segundo libro de los Diálogos de San Gregorio Magno, cuarto Papa de la historia, quien habría reconstruido la vida de San Benito a partir de los testimonios de algunos monjes que lo conocieron.
San Benito nació en Umbria, Italia, en el año 480. Era de una familia noble romana. Desde pequeño manifestó un gusto especial por la oración.
Tuvo una hermana gemela, Escolástica, quien también fue religiosa y se convirtió en santa.
Realizó los primeros estudios en la región de Nursia, próximo a la ciudad de Espoleto. Después fue a vivir a Roma para estudiar filosofía.
Benito se desilusionó rápidamente con la decadencia moral de la ciudad y resolvió retirarse a una vida de oración, silencio y sacrificio. Un ermita llamado Romano encontró a Benito y le dio un hábito de monje. Romano enseñó a San Benito todo sobre la vida de eremita, llevándolo a una gruta escondida, conocida como “gruta santa”, en el monte Subiaco, lugar de difícil acceso. Allí el joven Benito pasó tres años en aislamiento, dedicado a las oraciones y a los estudios. Mientras el profundizaba en la vida eremita, Romano lo ayudaba regularmente con alimentos.
Benito quedó allí todo ese tiempo sin recibir visitas. Un día, un sacerdote de la región haciendo su cena oyó una voz que le decía “Estas haciendo tu cena, mientras mi siervo Benito muere de hambre en el desierto”. El sacerdote, con mucho esfuerzo, partió para el desierto, encontró la gruta en que Benito estaba escondido y, después de una oración, dijo que era el día de la Pascua del Señor y le sirvió la comida.
Tiempo después, San Benito fue descubierto por pastores y, así paso a recibir muchas visitas en busca de consejos y oraciones. Su fama comenzó a crecer y pasó a ser visitado por más y más personas en busca de sus palabras.
A causa de su fama de santidad, San Benito fue llamado para ser abad del convento de Vicovaro. El aceptó el encargo deseando prestar un servicio. Pero no se adaptó a la vida que los monjes llevaban, porque no le permitía vivir incondicionalmente el seguimiento de Cristo de manera como él lo deseaba.
Fue formándose entre los religiosos una antipatía contra el santo, llegando al punto de intentar matarlo con veneno, pero, bendiciendo la copa de vino envenenada, como hacía con todos los alimentos que comía, ella se quebró. En seguida dijo: “Que Dios perdone a ustedes, mis hermanos”, abandonó el convento y volvió para Subiaco.
Con la renuncia al cargo de abad, retomó la vida de eremita, Muchos discípulos, por lo tanto querían seguirlo y, en pocos años, Benito fundó nada menos que doce monasterios. Fue así que el comenzó a organizar la vida monástica comunitaria y a hacerla florecer mediante la adopción de la Regla de los Monasterios, que quedó conocida como la Regla de San Benito.
Lo que viene: La Regla de San Benito
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