“No me preocupa nada, Dios mío; lo único que sé es que deseo amarte. Deseo que mi voluntad desaparezca en la tuya. Deseo ser un solo espíritu contigo. Deseo llegar a ser tus propios deseos y pensamientos. Deseo vivir en medio de tu Trinidad y alabarte con las llamas de tu propia alabanza. Sabiendo todo esto, Dios mío, ¿Por qué me dejas sólo en mi autosuficiencia, en mi vanidad y en mi orgullo, en lugar de arrastrarme al centro mismo de tu amor? No te demores más, Dios mío, en hacerme santo y una sola cosa contigo, en vivir en mí. Y si ello exige sacrificio, Tú me darás el coraje necesario para hacer todos los sacrificios del mundo. Tú me consumirás en tu propio e inmenso amor. No te asuste, pues, mi debilidad, oh Dios, porque Tú lo puedes todo. Yo creo en tu amor por encima de todas las cosas y he olvidado todo lo demás (es decir, quisiera olvidarlo). Vivo para tu amor, con tal de que Tú lo quieras”.
Thomas Merton
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