Recientemente, “D Kilian McDonnel, monje benedictino, publicó una pesquisa sobre el período de la Iglesia primitiva en que los cristianos vivían la vida en el Espíritu. El error es imaginar que la experiencia del Espíritu ha sido, -es- algo característico de un movimiento exótico o fanático. En el resumen de la pesquisa de McDonnel, titulado “Avivar la llama”, en la página 20, está escrito: “El bautismo en el Espíritu Santo era sinónimo de iniciación cristiana en Justino mártir; Orígenes, Dídimo, el ciego; y Cirilo de Jerusalem. A su vez Tertuliano, Hilário de Poitiers, Cirilo de Jerusalem, Juan Crisóstomo, Juan de Apaméia, Filoxeno de Mabugo, Severo de Antioquía y José Hazaia claramente consideraban el recibimiento de los carismas (dones extraordinarios) como parte integrante de la iniciación cristiana. En otras palabras, los sacramentos de iniciación, esto es, el bautismo-confirmación y la eucaristía, estaban unidos a una experiencia del Espíritu llamada en el Nuevo Testamento como “Bautismo en el Espíritu”, efusión del Espíritu, nuevo nacimiento, regeneración, vivificación…
p. Alberto Luis Gambarini
El Fuego de Pentecostés – pág. 14 – Ed. Ágape
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