“Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco” (Mc 6,31)
Si quieres venir a mí y encontrarme, sígueme y encuéntrame en un lugar apartado. Marcos escribe: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco. Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer” (Mc 6,31).
Las pasiones de la carne, el tumulto de pensamientos que van y vienen en nuestro corazón son tales que no tenemos el tiempo de comer el alimento de la felicidad eterna ni de percibir el sabor de la contemplación interior. Por eso nuestro Maestro pide: “Vengan a un lugar desierto”, apartados de la multitud ruidosa. “Solos a un lugar desierto”, en la soledad del espíritu y del corazón.
“Para descansar un poco”. Un poco, ya que el autor del Apocalipsis relata “Se produjo en el cielo un silencio, que duró una media hora” (Apoc 8,1) y el salmo canta “¡Quién me diera alas de paloma para volar y descansar!” (Sal 54,8).
Escuchemos al profeta Oseas: “Yo la amamantaré*, la llevaré al desierto y le hablaré a su corazón” (Os 2,16). Las tres expresiones “amamantar”, “llevar al desierto” y “hablar al corazón”, designan las tres etapas de la vida espiritual: comienzo, progreso, perfección. El Señor amamanta al debutante, iluminándolo con su gracia para que crezca y progrese yendo de virtud en virtud. Lo conduce luego lejos de la agitación de los vicios y los pensamientos desordenados, hasta el reposo del espíritu. Una vez llevado a la perfección, habla a su corazón. El alma gusta entonces la suavidad de la inspiración divina y puede librarse totalmente a la alegría espiritual.
¡Qué profundidad de devoción, admiración y felicidad en su corazón! Por la devoción, se eleva por encima de él, por la admiración es conducido hacia lo alto, por la felicidad es transportado más allá de él.
(* “amamantaré”: “lactabo” el verbo latino puede significar amamantar o seducir.)
San Antonio de Padua (1195-1231)
franciscano, doctor de la Iglesia
Sermón para la fiesta de san Juan Evangelista (“Une Parole évangélique”, éd. Franciscaines, 1995); trad. sc©evangelizo.org
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