“Quedaron llenos del Espíritu Santo…” Hch 2,4
El éxito de la obra evangelizadora de la Iglesia Primitiva lo descubrimos en Pentecostés: la condición para ser realmente cristiano era estar lleno del Espíritu Santo. Ellos habían entendido algo fundamental: quien da la experiencia del amor del Padre y de la salvación de Jesús es el Espíritu Santo. Sin este principio activo, la vida espiritual no produce frutos de conversión, de victoria, alegría y paz.
Cuando falta el vigor del Espíritu, la fe se transforma en una doctrina fría, incapaz de ser el combustible para dar a los cristianos la fuerza para vivir y ver el poder de Dios actuando en su favor.
p. Alberto Luis Gambarini
El Fuego de Pentecostés – pág. 21 – Ed. Ágape
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