Les mandó que no llevaran nada para el camino. (Marcos 6, 8)
Emocionados pero vulnerables, así es como deben haberse sentido los apóstoles. ¡Jesús los estaba enviando a predicar y sanar con su autoridad! Pero también los estaba enviando sin provisiones, ni dinero ni una segunda túnica. Probablemente ellos pensaron: ¿Cómo vamos a cumplir esta misión?
El Señor no tenía la intención de ponerles obstáculos, pues sabía que ellos estaban preparados para experimentar la providencia de Dios y que tendrían toda la sabiduría, el poder y la asistencia que necesitaban, y sabía que esta experiencia les permitiría confiar más en sí mismos y profundizaría su fe en Dios. Y eso fue exactamente lo que pasó.
Casi todos comprendemos bien la inseguridad y las dudas que tuvieron los apóstoles. A veces también nos sentimos poco preparados para llevar el Evangelio a los demás, y nos parece que necesitamos más paciencia, más conocimientos, más tiempo o más disciplina. Pero lo cierto es que también podemos confiar, como los apóstoles, en que Dios nos proveerá todo lo necesario para cumplir la misión. ¡Solo espera que demos el primer paso!
Piensa, hermano, ¿qué quiere el Señor que hagas hoy? Para empezar, piensa en aquellos que están más cerca de ti. Atiende con amor a tus familiares directos demostrándoles el amor de Dios. Sé instrumento de paz y armonía en tu hogar y lugar de trabajo resguardando la dignidad de tus compañeros, especialmente cuando las conversaciones pasan a ser chismes. Pero no te limites a tu vida normal, lo que es cómodo para ti; deja que el Espíritu Santo te lleve a hacer un poco más, por ejemplo, a un lugar donde tengas que confiar en la providencia de Dios. ¿Como qué cosa? Por ejemplo, reunirte con otras personas para rezar frente a una clínica de abortos u ofrecerte para llevar comida y visitar a un vecino que tenga problemas económicos o de salud. Tal vez signifique contarle a un amigo cómo Dios te ayudó a superar una situación difícil. Lo que sea que te pida el Señor, atrévete a dar el primer paso y él te ayudará.
Así irán creciendo tu fe y tu confianza, y podrás atreverte a compartir el Evangelio con otras personas la próxima vez que tengas la oportunidad. Da hoy ese paso, y observa cómo Dios te muestra su ayuda.
“Espíritu Santo, enséñanos a darnos cuenta de lo mucho que necesitamos creer y esperar en el amor de Dios. Perdona, Señor, nuestra incredulidad.”
1 Reyes 2, 1-4. 10-12
(Salmo) 1 Crónicas 29, 10-12
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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