miércoles, 5 de febrero de 2020

¿NO ES EL HIJO DEL CARPINTERO?


“¿No es el hijo del carpintero?”

Expresión cotidiana de este amor en la vida de la Familia de Nazaret es el trabajo… El que era llamado el “hijo del carpintero” había aprendido el trabajo de su “padre” putativo. Si la Familia de Nazaret en el orden de la salvación y de la santidad es ejemplo y modelo para las familias humanas, lo es también análogamente el trabajo de Jesús al lado de José, el carpintero… El trabajo humano y, en particular, el trabajo manual tienen en el Evangelio un significado especial. Junto con la humanidad del Hijo de Dios, el trabajo ha formado parte del misterio de la encarnación, y también ha sido redimido de modo particular. Gracias a su banco de trabajo sobre el que ejercía su profesión con Jesús, José acercó el trabajo humano al misterio de la redención.

En el crecimiento humano de Jesús “en sabiduría, edad y gracia” representó una parte notable la virtud de la laboriosidad, al ser “el trabajo un bien del hombre” que “transforma la naturaleza” y que hace al hombre “en cierto sentido más hombre”.

La importancia del trabajo en la vida del hombre requiere que se conozcan y asimilen aquellos contenidos “que ayuden a todos los hombres a acercarse a través de él a Dios, Creador y Redentor, a participar en sus planes salvíficos respecto al hombre y al mundo y a profundizar en sus vidas la amistad con Cristo, asumiendo mediante la fe una viva participación en su triple misión de sacerdote, profeta y rey”. Se trata, en definitiva, de la santificación de la vida cotidiana, que cada uno debe alcanzar según el propio estado.

San Juan Pablo II (1920-2005)
papa
Exhortación apostólica “Redemptoris custos”, 22,23, 24 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)

No hay comentarios:

Publicar un comentario